El salario es un robo

Artículo publicado en 2007, en "Infos & Analyses Libertaire", boletín de la CGA.

Muchos de nosotros tenemos que trabajar "a cambio" de un salario (con la excepción de los trabajadores autónomos, a los que la ideología liberal agrupa engañosamente con los jefes). La ideología dominante nos presenta nuestra situación como un "intercambio" justo y formal. Los que poseen el capital pagan a los que no lo tienen y venden su fuerza de trabajo para vivir. En realidad, esta situación no es una elección, nos la imponen el sistema capitalista y el Estado, y nos la recuerdan por coacción si es necesario.

Esta descripción del orden económico que se nos impone se basa en un mito: el de una igualdad teórica entre las dos partes "contratantes", el patrón (y los accionistas a los que representa) por un lado, y el trabajador asalariado por otro. Entre ambos, el "contrato de trabajo". 

La dictadura en las empresas

Pero nosotros, como trabajadores asalariados, podemos ver que esta hermosa teoría es una mentira, porque la vivimos en nuestra carne y en nuestra dignidad todos los días: estamos colocados bajo la dependencia, bajo la dominación jerárquica del patrón y de sus representantes. Toda la propaganda en boga en las empresas ("somos una gran familia", "todos tenemos los mismos intereses al final del día", "todos estamos en el mismo barco"), ya sean pequeñas o grandes, no puede ocultar esta realidad: el empleo asalariado es ante todo un vínculo de subordinación, es decir, una situación de dominación jerárquica del empleador (el jefe y sus representantes patentados) sobre el empleado (el trabajador asalariado). El resultado es el acoso, las retenciones salariales, la intimidación, las amenazas y el chantaje, y la fase final, el despido, con todas las facturas impagadas, los agentes judiciales y la miseria que conlleva... 

Chantaje organizado

 La riqueza que creamos como trabajadores nos la roban. Lo que comúnmente se llama "beneficio" es el robo legal y organizado de los productos del trabajo por parte del Capital (accionistas y patronos). La ideología dominante justifica el beneficio como una justa recompensa por el riesgo y por la inversión de capital en la empresa. Pero este capital invertido se ha obtenido en su mayor parte mediante un robo previo del mismo tipo. Los asalariados arriesgan cada día su salud, pero también su trabajo. Pero sobre todo, todo esto se basa en la creencia de que la jerarquía es necesaria en la empresa y que el jefe crea riqueza. Pero son los trabajadores los que crean esta riqueza con su trabajo. El capital no crea nada en sí mismo. Es posible, sobre todo, prescindir de los jefes (los experimentos de autogestión y el principio cooperativo, como el de la SCOP, lo demuestran). A partir de ahí, los jefes aparecen como lo que realmente son: un grupo parasitario que se enriquece con el trabajo de los demás. Como dice el refrán: "los jefes nos necesitan, nosotros no los necesitamos". La riqueza es el producto de la intervención de múltiples trabajadores en el proceso de producción. Todo el mundo es necesario, por lo que no hay razón para que algunas personas acaparen una mayor parte de la riqueza creada, o para que algunas personas exploten el trabajo de otras. Toda la dirección jerárquica de la empresa sólo es "útil" para organizar el robo legal, en forma de beneficio, de la riqueza que crean los trabajadores. Una organización colectiva de la economía haría inútil esta supervisión, la gestión directa y compartida de la economía por las asambleas de trabajadores, bajo el asesoramiento de los técnicos como expertos y no como decisores, permitiría devolver a los productores la totalidad de los frutos del trabajo según el principio comunista libertario de "de cada uno según sus capacidades, a cada uno según sus necesidades".

La burguesía a la ofensiva: aumentar el acaparamiento

El hecho de que este robo de la riqueza por parte de los accionistas y los jefes sea legal en el sistema actual no quita que sea un chanchullo organizado y cotidiano. La lucha de clases que opone a las clases trabajadoras, por un lado, y a los empresarios y accionistas, por otro, tiene como objetivo que estos últimos roben una parte cada vez mayor de la riqueza producida, y que los primeros recuperen lo que se les roba legalmente en el sistema económico capitalista. La burguesía (accionistas y patronos), consciente de sus intereses, lidera la ofensiva en este terreno: en Francia, en 30 años, la parte de la riqueza creada que va a los accionistas y a los patronos ha pasado del 30% al 40% (es decir, un aumento del robo legal del 10%) mientras que la parte que va al trabajo (en forma de "salarios") ha pasado del 70% al 60%. Todo ello mientras la productividad laboral ha seguido aumentando. 

Trabajar más para pagar más y ganar menos

Durante varias décadas, los gobiernos, tanto de izquierda como de derecha, han multiplicado los regalos a los empresarios atacando la parte socializada de los salarios. En efecto, como esta parte no se ve directamente en la cuenta bancaria, porque vuelve a nosotros indirectamente en forma de reembolsos de asistencia sanitaria, prestaciones de desempleo, pensiones, es más fácil para los empresarios atacarla. Estos recortes salariales son reales, pero no son directamente visibles: se traducen indirectamente en la destrucción de las pensiones, la seguridad social y el seguro de desempleo porque drenan artificialmente los fondos de la seguridad social. Esto es un sabotaje organizado. 

Es el "Estado" el que, según se nos dice, compensa parte de estos regalos a los jefes. Pero, por un lado, esta compensación no es completa, ya que más de dos mil quinientos millones de euros no se han pagado. Pero, además, no es el Estado como clase dominante, sino los contribuyentes, es decir, los trabajadores, quienes pagan la factura en lugar de los empresarios. La forma: CSG, RDS, pero también proyectos de "IVA social", mientras que al mismo tiempo las prestaciones sociales están disminuyendo (de-reembolso, deducible médico, afrontamiento de los desempleados, aumento de las anualidades de pensiones). El objetivo es reducir al máximo la contribución patronal (aumentando el robo legal de beneficios), y aumentar la participación de los trabajadores, al tiempo que se abren nuevos y jugosos mercados a los capitalistas: los fondos de pensiones y los seguros médicos han venido o vendrán a completar las cada vez más miserables pensiones y reembolsos para los que puedan. Como consecuencia, los enfermos tendrán que pagar (haciéndoles sentir culpables) y se engordarán las cajas de seguros, más preocupadas por el beneficio que por la salud de los abonados. 

El "agujero de la seguridad social" es, pues, un mito, ya que ha sido creado artificialmente por los empresarios y los sucesivos gobiernos para sabotear la seguridad social, a través de exenciones de cargas (las últimas de las cuales son las exenciones por horas extraordinarias), el no pago de impuestos sobre el alcohol y el tabaco. El "agujero" anunciado representa 12.000 millones de euros, cuando las deudas del Estado con la Seguridad Social representan 25.000 millones, y las exenciones, que sólo compensa parcialmente, 28.000 millones de euros cada año. ¡Esto es más que suficiente para llenar un "agujero" que no es más que la quiebra organizada del sistema de seguridad social por parte del Estado! 

Organicémonos para luchar

Son esencialmente las exenciones de "cargas" las que han permitido a los capitalistas robar más y más a los trabajadores. Los empresarios estaban obligados a devolver una parte de lo que robaban (el beneficio) para alimentar los fondos de pensiones, seguridad social y seguro de desempleo. Este principio fue conquistado en 1945, como una concesión de un empresario desacreditado por su colaboración con el ocupante nazi, para prevenir cualquier eventualidad revolucionaria en el contexto de la Guerra Fría, cuando el movimiento obrero estaba en la cima de su fuerza. 

Desde entonces, la patronal no ha dejado de intentar recuperar el fruto de esas concesiones forzadas, aprovechando el debilitamiento del movimiento obrero.

La generalización de la huelga de mayo del 68 y el temor a una situación revolucionaria condujeron a otras concesiones temporales, en forma de grandes aumentos salariales tras los acuerdos de Grenelle, para comprar la vuelta a la calma. Estos aumentos fueron rápidamente compensados por la inflación, con subidas de precios que les permitieron recuperar con una mano lo que habían pretendido devolver con la otra. La caja negra de la UIMM (federación patronal de la metalurgia afiliada al MEDEF), de más de 168 millones descubierta recientemente, destinada a apoyar financieramente a la patronal frente a las huelgas (pero también a "fluidificar las relaciones sociales" en forma de corrupción de políticos y burócratas sindicales) muestra la voluntad de la burguesía de defender sus intereses de clase. 

Frente a esta voluntad organizada, se han perdido las buenas costumbres de los orígenes del movimiento obrero (fondo de huelga, solidaridad de clase...), bajo el efecto de la ideología dominante que pretende destruir toda solidaridad entre los explotados. Pero los explotadores, bien organizados para defender sus intereses, nos recuerdan si es necesario que la lucha de clases es una realidad, y que nos interesa organizarnos y ser solidarios, para luchar por la abolición del trabajo asalariado.

Sam (grupo Seine-Saint-Denis)

FUENTE: Coordination des Groupes Anarchistes

Traducido por Jorge Joya

Original: www.socialisme-libertaire.fr/2017/05/le-salariat-c-est-le-vol.html