Salir del trabajo mercantil o de la barbarie

Un programa de crítica radical al trabajo-mercancía, discusión de las tesis crítico-laborales de John Holloway en Capitalismo Crack, apoyo al movimiento de oposición a la propuesta de ley laboral, y un esbozo de un hacer y deshacer del trabajo y el capitalismo - con José Chatroussat (traductor de Capitalismo Crack de John Holloway) - 29-03-2016

Extractos del programa.

Introducción:

"El "trabajo" es, por su propia esencia, la actividad no libre, inhumana, asocial", decía Marx en 1844-45, cuando llamaba explícitamente a la abolición del trabajo y del Estado, como en esta frase de La Ideología Alemana: "Los proletarios deben [...] abolir la condición de existencia que hasta ahora ha sido la suya, y que es al mismo tiempo la de toda la vieja sociedad: deben abolir el trabajo. Por eso se oponen directamente al Estado, [...] deben derribar el Estado" (a pesar de los marxistas estatistas y los anarquistas antimarxistas). Habló entonces del trabajo como "la alienación de la actividad, [...] el acto por el cual la actividad humana práctica se vuelve ajena a sí misma, [...] la alienación de uno mismo [...] como mercancía, como mercancía humana", alienación en el sentido de "venderse a sí mismo" (vender su "fuerza de trabajo", su tiempo de existencia, sus nervios, músculos y/o cerebros) y "desposeerse de sí mismo" (en beneficio de una función de producción capitalista), en alemán. Holloway lo explica así: "El trabajo [...] es una separación de nosotros mismos, un desgarro de nosotros mismos y de nuestra actividad".

El trabajo como "forma moderna de actividad", según la expresión de Marx en La ideología alemana, no es en realidad más que una "esclavitud gratuita" (dice irónicamente), una "negociación del yo", una alienación forzada (bajo pena de exclusión, miseria, muerte) de la actividad humana en forma de mercancía, una mercancía que produce mercancías y plusvalía (beneficio).

Puesto que vendemos nuestros cerebros, nuestros nervios, nuestros músculos o nuestro sexo, se trata de una prostitución de la actividad humana, ya sea que prostituyamos estos o aquellos: Marx nos recuerda que lo que se suele llamar "prostitución es sólo una expresión particular de la prostitución general del trabajador". Siendo la prostitución un sistema que incluye no sólo al prostituido sino también a la prostituta -y que es, por tanto, aún más abyecto-, el capitalista también entra en esta categoría". Es, además, una prostitución forzada, ya que es el único medio de satisfacer (en forma de mercancías) las propias necesidades, intercambiando nuestra actividad-mercancía por otra actividad-mercancía, alienando nuestra actividad contra la actividad alienada de los Otros, en una sociedad capitalista que se ha apropiado de todos los medios de existencia en forma de propiedad privada y estatal. Pero esta prostitución no es fundamentalmente interpersonal, es "sumisión [...] a las fuerzas impersonales del mercado" como decía el economista-apologista del capitalismo Hayek, por tanto al capitalismo como "Moloch" insaciable, como tren de acumulación capitalista aplastando todo a su paso, como "sujeto-autómata" ciego (Marx).

Es incluso una negación de la humanidad de lo humano, una chosificación-reificación (cosa reisignante, en latín), ya que uno se convierte en un robot (trabajador, en checo), un "apéndice vivo" (Marx) del proceso tecnificado de producción capitalista, un autómata sometido al dictado del nivel de productividad del Mercado Mundial. Esta alienación general de la actividad humana conduce a una indiferencia por el contenido concreto de los trabajos particulares: todo consiste en ser rentable.

[...]

Conclusion :

Hemos hablado de una crítica radical del trabajo, por lo que ahora debemos centrarnos en su superación "libertaria". Dado que la superación del trabajo implica una superación del capitalismo (y del Estado), nos interesaremos por este último de forma más general. Siguiendo a Bruno Astarian en "Actividades de crisis y comunización" y La abolición del valor (capítulo 9), esto sería el resultado de una insurrección de los proletarios (obreros, parados, estudiantes, los que no tienen nada más que su fuerza de trabajo) que no pueden aguantar más tras una nueva fase de crisis del capitalismo, insurrección que, si quiere triunfar, debe no sólo derrotar a todas las fuerzas contrarrevolucionarias (Estado -abolido inmediatamente en favor de una autoorganización colectiva cotidiana de los insurgentes-, milicias privadas, movimientos reaccionarios), sino también apropiarse de viviendas, reservas de alimentos y otros para sobrevivir en la insurrección, y sobre todo, no hacer autogestión capitalista de los medios de producción, sino construir relaciones sociales no capitalistas desde el principio de la insurrección. Estas relaciones, base de una sociedad postcapitalista, serán sobre todo relaciones productivas (sin separación entre la actividad productiva y el resto de las relaciones sociales), la puesta en marcha de una actividad que no produce mercancías para una "demanda" separada, sino por el contrario el resultado de una voluntad personal y/o colectiva, de las "necesidades" de los productores en particular. Si estos productores, en particular, forman "comunas comunizantes", producirán bienes no distribuidos en función de un tiempo trabajado a un determinado nivel de productividad, sino en función de las necesidades del pueblo, evaluadas colectivamente, como en una parte del Aragón revolucionario de 1936-37. Estas comunas insurreccionales (como la de París en 1871) y luego las post-insurreccionales suprimirían pues el trabajo en favor de actividades resultantes de nuestra voluntad personal-colectiva, y produciendo verduras, herramientas u otros artículos distribuidos según las necesidades de los habitantes de las comunas, que mantendrían al mismo tiempo una cadena de donaciones entre ellos y con otras comunas, de ahí una abolición corolaria de las mercancías y del dinero.

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FUENTE: Salida del capitalismo

Traducido por Jorge Joya

Original:www.socialisme-libertaire.fr/2016/08/sortir-du-travail-marchandise-ou-