Comprender es sinónimo de entender, y si nos preguntamos por su significado, vemos que quiere decir acoger algo por todas sus partes, hacerse uno con algo o con alguien.
Viene a colación de la definición anteriormente expuesta, recordar la anécdota que tuvo el famoso presidente de los Estados Unidos de América, John Fitzgerald Kennedy, cuando antes de recibir a los periodistas que esperaban para entrevistarle, uno de sus asesores presidenciales le preguntó que a qué periodista o periodistas quería el presidente hacer pasar primero, si a los de la misma posición ideológica que el vigente gobierno del país o a los de signo contrario. JFK respondió que quizás no era beneficioso a corto plazo ser entrevistado por los periodistas de signo contrario al gobierno estadounidense; pero que sin embargo, a la larga siempre era mejor escuchar y ser preguntado por alguien que piensa completamente distinto a uno mismo, porque así tú mismo ves las cosas desde otra óptica diferente a la que estás acostumbrado, y entonces, tu visión global de la cuestión tratada en ese momento, aumenta sobremanera.
Un tema de actualidad, el conflicto catalán, podría hacer que las dos partes involucradas en la controversia política de intereses absorbieran y aplicaran el paradigma de que comprender es siempre mejor que juzgar, y sobre todo, cuando lo que se pretende es dialogar sinceramente para resolver un problema o conflicto de intereses de naturaleza esencialmente política.
El hombre ya no debe resolver sus diferencias por la guerra o la confrontación abierta, para eso ya hace varios milenios, algunos pueblos avanzados de nuestra historia inventaron el derecho, la política, y la democracia. Me refiero, claro está , a los romanos y griegos clásicos. A pesar de todo eso, la confrontación existe, sigue siendo una guerra, aunque debe ser domesticada a las alturas de desarrollo en la que nos encontramos o nos deberíamos encontrar.
Hablando de ganar guerras o de solucionar conflictos, podemos ahora mencionar dos similitudes con el ámbito militar y con el policial: un buen general, con gran experiencia en el campo de batalla y de trayectoria exitosa, siempre aprende del enemigo que tiene delante. Lo conoce bien, sabe cuáles son sus armas, sus puntos fuertes y los débiles. Por ello, y cuánto más lo conozca mejor, preverá su comportamiento futuro y así podrá engañarlo y entonces, sólo entonces, vencerlo. Del mismo modo, un buen policía investigador conoce al delincuente objeto de su labor policial, consiguiendo pensar como el que ha cometido el delito, para así reconstruir los pasos que dieron lugar a la consumación del crimen, y entonces resolverlo y esclarecer su autoría.
Aplicando lo dicho al ámbito personal o particular, opino que nunca hay que dejar de hablar o dialogar con alguien pese a saber de antemano que piensa diametralmente diferente a ti. Cómo decía JFK siempre ampliarás tu punto de vista, te enriquecerás y crecerás. Esta actitud es muy importante para poder conseguir una honestidad intelectual y una objetividad en la comprensión de aquello que se considera; pero hacen falta dos ingredientes sin los cuales no es posible: escuchar atentamente y respetar mucho al adversario.