Científicos llegaron a la conclusión de que las moscas pueden enfadarse y adoptar un comportamiento agresivo cuando algo, como por ejemplo un soplido suave, les impide reiteradamente acceder a la comida que han detectado. Las moscas que se comportan de este modo agresivo, como la que en la fotografía está a la derecha, sienten furia. La ira parece ser, por tanto, una emoción evolutivamente importante, pues está presente incluso en el minúsculo cerebro de estas moscas, que posee tan solo unas 20.000 neuronas.