Hola, amiguitos meneantes. Hoy vengo a enseñaros dos conceptos que, aunque se utilizan en economía, tienen su lado psicológico (al fin y al cabo la economía y la psicología tienen su relación).
El primero de estos conceptos es el coste hundido. Es un coste en el que se incurre al principio de un proyecto, y que ya no se recupera. Esto se define así por contraposición a otros costes futuros, que se pueden ahorrar si actuamos de forma adecuada. Sencillo, ¿verdad?
A veces, cuando un proyecto está a medias y ya se ha dado este coste hundido, nos damos cuenta de que, teniendo en cuenta los costes futuros, abandonar el proyecto o reconducirlo resulta en un coste total inferior al que tendría la continuación del proyecto (aquí, "coste" puede referirse al análisis completo de coste y beneficio. Es decir, simple y llanamente, nos irá mejor si corregimos el rumbo que si continuamos).
Y entonces es cuando aparece un sesgo psicológico muy curioso. Es un sesgo muy corriente y si pensáis un poco es muy posible de que os acordéis de algún momenton en el que habéis caído en él. Se trata del sesgo de continuación del plan. Cuando aparece este sesgo, estamos en esa situación en la que podemos descartar el proyecto y asumir el coste hundido como pérdidas, o podemos empecinarnos en seguir (la linde se acaba y el burro sigue), con un resultado aún peor. Este sesgo hace que seamos incapaces de descartar algo que hemos empezado, a pesar de que todo apunte a que es lo mejor que podríamos hacer. Entre los factores asociados a este sesgo están la incapacidad para admitir los errores y la aversión a las pérdidas.
¿Queréis ver un ejemplo clarísimo de ese sesgo? Podemos pensar, por ejemplo, en una página web cuya principal fuente de contenido sean los propios usuarios. A veces, esas páginas web pueden tomar decisiones que no gustan a esos usuarios, como por ejemplo, un rediseño que reduce la densidad de información y elimina elementos útiles de la interfaz. A pesar de que la mayoría de usuarios se queje, e incluso muchos adviertan de que se podrían marchar si la decisión sigue, los dueños de la página no sólo siguen empeñados en seguir, sino que insultan abiertamente a esos usuarios como recurso para que traguen con el diseño que no les gusta. Todo por no admitir que se han cometido errores y que estos errores se pueden corregir con algo tan sencillo como dejar las cosas como estaban.
Referencias: