Imaginemos que mueres y transmiten todos tus recuerdos a un clon. Para el clon no hay ninguna duda, cree ser tú, de hecho, mentalmente eres tú y el clon defenderá esa idea como verdad inmutable. Aún más, como mentalmente eres tú, ningún ser querido notaría diferencia.
Pero físicamente no eres tú, tú has dejado de existir. Si aceptamos la premisa de que el YO está dentro del cerebro, ese YO se ha apagado. La vida del clon no será tu nueva vida. Si copiaran tus datos al clon en vida, verías a un hermano gemelo, pero definitivamente no serías tú.
Ahora bien... imagina que desarrollamos un dispositivo que conectamos al cerebro y es capaz de reemplazar, por ejemplo, el 0.1% de tus conexiones neuronales. No cabe duda que sigues siendo tú.
Ahora repite el proceso hasta reemplazar el 0.2%. Sigues siendo tú.
Repite el proceso, poco a poco, quizá 1 vez cada día, 1000 veces hasta reemplazar el 100% de las neuronas. ¿Sigues siendo realmente tú?
Yo diría que sí, así que el YO no está dentro del cerebro, el YO es resultado de la continuidad de la consciencia. De ahí surgiría la inquietante pregunta:
¿Soy el mismo YO después de dormir una noche?