Descubre cómo gestionar la incertidumbre y hacer del miedo una oportunidad

Vivimos unos tiempo en lo que todo cambia con celeridad: los trabajos, los amigos, las parejas, las relaciones sociales, en general. Incluso nuestro lugar de residencia. Todo se acelera y se vuelve impermanente. Y ante esta sensación de cambio constante se hace fundamental saber gestionar la incertidumbre. Ese sentimiento de fragilidad y temor a lo desconocido, al cambio que esta siempre a la vuelta de la esquina. Por eso, hoy, te quiero dar las pautas para que descubras como gestionar la incertidumbre.

La verdad es que esta necesidad de saber gestionar la incertidumbre parte de un momento concreto que sucedió hace algunos días. Hana kanjaa, una de las coach referente en España pasó por Valencia para la presentación de su libro. Y tras contactar con ella, tuvimos la oportunidad de hacerle una entrevista de la más interesante, en la que nos hablo de su libro “Querida Incertidumbre. Te lo debo todo”. Las reflexiones de Hana me dejaron muy, muy pensativo. Y por eso, hoy te comparto este video para que no te pierdas nada de lo que esta mujer llena de optimismo y energía positiva tiene que contarte….

Pero es que además, nuestro mundo tan acelerado y cambiante requiere capacidad de adaptación. Y para eso es fundamental analizar nuestra relación con el mundo que nos rodea y con nosotros mismos. Por eso, aprender a gestionar la incertidumbre es vital para nuestro equilibrio emocional y nuestro éxito personal. Seguramente, nuestros abuelos tuvieron una vida mas previsible, mas rutinaria, más predecible. Hoy en día cambiamos de trabajo, de pareja, de amigo o de ciudad de residencia con una facilidad pasmosa. Sin embargo, eso que aparentemente nos llena de temor y desconcierto, como dice Hana “es una oportunidad que solo valoramos cuando echamos la vista atrás”.

Pero que es la incertidumbre y cómo gestionarla

La incertidumbre es una sensación o sentimiento que surge por la percepción de impotencia frente a una situación que tememos vivir porque desconocemos o no sabemos como gestionar. Es la máxima expresión de salir de nuestra zona de confort. Se basa en el temor y suele estar asociada a nuestro instinto de supervivencia. Si no sabemos cómo enfrentarnos a algo estamos en alerta. Y es incómodo, agobiante o axfisiante. Pero somos incapaces de verlo como una oportunidad de crecimiento y aprendizaje.

¿Cómo reaccionamos ante la incertidumbre?

1. De forma consciente a nuestra mente acuden pensamientos de anticipación y previsión ante posibles amenazas futuras. Aun sin saber si eso que tememos pasará seguro, entramos en un estado de preocupación constante.

2. Eso nos repercute a nivel físico, que muchas veces relacionamos con la ansiedad: tensión muscular, aumento del ritmo respiratorio y cardíaco, sudoración, insomnio….

3. Tendemos a centrar todos los esfuerzos de nuestra vida en solucionar algo que ni siquiera ha pasado. Condicionamos nuestra vida a expectativas, negativas la mayoría de ellas. Y no somos capaces de disfrutar el momento presente ni las cosa buenas que tenemos en nuestra vida.

Gestionar la incertidumbre frente a tu guión establecido.

Siempre que pensamos en nuestra vida proyectamos aquellos retos, metas o propósitos que queremos conseguir. En el ámbito personal, social y profesional. Nos gusta tener seguridad. Pero como dijo un viejo rockero… “la vida es aquello que nos pasa, mientras tenemos otros planes”.

Así que lo mejor es estar preparado para el cambio. Hana también dejo una interesante reflexión en la presentación de su libro: “Hay que esperar lo mejor, pero estar preparado para lo peor”. Eso es, aprender a vivir con la posibilidad del cambio constante. Y para ello, debemos preparar nuestras mentes, tan ansiosas de seguridad y control, para los quiebros que da la vida. De hecho, de la mayoría de las cosas sobre las que nos preocupamos, muchas de ellas acaban NO sucediendo. Pero la mente es así, caprichosa y dominante.

Si tratamos de controlar todos los patrones y circunstancias que marcan nuestra vida podemos acabar realmente agotados y preocupadas por algo que no podemos controlar. Tememos dejar un trabajo que no nos gusta por el temor a tener que vivir sin dinero. Pero no somos conscientes que tal vez, si dejamos ese trabajo que no nos motiva acabaremos encontrando aquella oferta laboral que siempre habíamos soñados.

Siempre nos ponemos excusas, esperando que aquello que deseamos llegue así, de repente, sin ningún esfuerzo. Porque no estamos dispuestas a hacer el sacrificio de arriesgarnos a perder aquello que ya tenemos seguro

-Anteponemos una aparente seguridad por el miedo a la incertidumbre. Lo cual equivale, casi siempre, a renunciar a nuestros sueños-

Ese temor a la incertidumbre, a la inestabilidad acaba generando procesos emocionales que nos alteran: ansiedad, depresión, inseguridad, baja autoestima. Y a clave para superar todo eso está en nuestra mano. Bueno, mejor dicho, en nuestra mente. Gestionar la incertidumbre es tan sencillo como proponértelo. Y tan complicado como temer hacerlo. Porque, querido lector, el miedo es el que te atenaza y no te deja avanzar hacia donde quieres llegar.

Quizá el problema radica en que nuestros temores no se basan en lo que nos está pasando en este preciso y precioso momento. Se basan en lo que ha de venir. Nos proyectamos demasiado al futuro y nuestra inquieta y puñetera mente interpreta esos miedos como reales. De ahí esa sensación de desasosiego e inquietud que acaba llamándose ansiedad.

¿Cómo gestionar la incertidumbre en nuestra vida?

1. Ser mero observador de nuestra vida. A veces estamos tan afectados por nuestro ego que somos incapaces de distanciarnos de nuestra verdadero ser o propósito en nuestra vida. Pero si somos capaces de mirar nuestra vida desde la distancia, esto es en perspectiva, seremos capaces de ser más objetivos con nosotros mismos y afrontar ese temor a nuestra incertidumbre de una forma más equilibrada y amplia. Surgen así oportunidades que desde “dentro” de nosotros mismos no habíamos sabido contemplar o analizar.

2. La solución a lo que te amenaza ya la tienes. Frente a una situación de incertidumbre cabe preguntarse que podemos hacer para despejar estos temores o inseguridades. Casi siempre, repito, casi siempre, la solución está en nuestra mano. Por eso debemos focalizar nuestro esfuerzos en encontrar y llevar cabo la solución a eso que nos preocupa. Con dedicación convencimiento y energía somos capaces de enfrentarnos al mayor de los retos vitales y salir airosos. Pero debemos creerlo con convencimiento. El mínimo atisbo de duda puede echar la solución a perder.

“Si tiene solución, ¿por qué te preocupas?

Si no la tiene, ¿por qué te preocupas?

Confuncio

3. Ver la parte positiva de nuestra vida. Podemos tener la vida más desdichada que queramos sentir y caer en la culpabilidad, autocompasión y desdicha. Pero, sin embargo, somos incapaces de apreciar aquellas cosas positivas que hay en nuestra vida. Desde lo más sencillo. Creo que esto, en parte, se debe por las falsas expectativas de éxito y felicidad que nuestra sociedad, mediante los medios de comunicación, sistema educativo y demás nos han generado. Nos comparamos con actores, cantantes y gente de “aparente” éxito. Pero no nos comparamos con los refugiados de Siria o tantísima gente en condiciones de vida paupérrimas en el mundo.

4. Anticiparse. Vivimos con constantes temores, pero tampoco actuamos para evitar que aquello no pase. Luego, si sucede eso que temíamos nos lamentamos, pero no tratamos de prevenir esos temores. O no planificamos un plan de contingencia o solución. Como decía Hana, “Hay que esperar lo mejor pero estar preparado para lo peor”. De esta manera ganamos en tranquilidad y calma y estamos preparados en nuestra vida para cualquier situación de incertidumbre.

5. Disfruta el presente. Parece que es una expresión muy recurrente. Pero es que, joder, es tan cierta. Estarás cansada o harto de escuchar hablar de mindfullness. Y es que es verdad que tenemos una infoxicación al respecto. Cada uno que lo gestione como quiera. Pero los principios o valores de “mente plena” solo aportan positividad, buen rollo y armonía a quien los practica de forma consciente y sin incoherencias.

Básicamente, disfrutar del momento presente consiste en ser consciente de lo mágico, bello e irrepetible de este momento y dejar de elucubrar sobre lo que pasará mañana. Porque eso que pasara forma parte del futuro y el futuro no existe. Como no existe ese pasado machacón que te llena de arrepentimiento, culpa y otros sentimientos negativos.

Lo que pasó ya no tiene remedio. Lo que pasará depende de ti y cómo lo tomes. Así que deja de preocuparte y vive este momento: es lo único que existe. De hecho, aquello que no puedes controlar, es lo que más tememos o nos preocupa. Pero si lo piensas fríamente, es absurdo. Aquello que escapa a nuestro control no es responsabilidad nuestra. Y por tanto es lo que menos debería preocuparte del mundo mundial.

6. Trabajar sobre nuestras creencias limitantes. En Plantarte ya hemos hablado de las creencias limitantes. La verdad es que su propio termino es muy definitiorio. Nos limitan un montón. Son creencias basadas en experiencias previas en nuestra vida, que extrapolamos a todo lo que nos tenga que pasar en un futuro.

Si por ejemplo, cuando eramos niños entramos en la playa y nos picaron medusas un par de veces, es normal desarrollar miedo a entrar en el agua. Pero es una respuesta adaptativa basada en una experiencia previa. Si somos capaces de analizar y pensar los millones de personas que cada día se bañan en playas de todo el mundo, sin sufrir ningún percance, seremos capaces de evitar esa sensación de incertidumbre cuando nos animamos a entrar en el mar.

7. Aceptación. Un punto clave: no podemos asumir y controlar todo y debemos aceptarlo. Nos somos adivinos. Actuamos en función de nuestras experiencias, creencias y conocimientos previos. Pero esto siempre no garantiza el éxito. Cuanto antes asumamos y aceptemos que podemos equivocarnos y acabar en espacios de incertidumbre, mejor para cada uno de nosotros.

8. Intuición. En relación al punto anterior, no podemos acertar en cada decisión y debemos aceptar las cosas que vengan tal como lo hagan. Pero si es importante dejarnos llevar en cada decisión por nuestra intuición, es decir, por aquello que nos haga sentir mejor en ese preciso momento. Muchas veces, actuar por intuición tiene magníficos resultados. Es lo que llamamos actuar seguidos por ese impulso irracional, movido por el corazón, que por nuestra limitadora y puñetera consciencia o raciocinio.

Gestiona tu incertidumbre y sacale provecho

Finalmente, para gestionar la incertidumbre con éxito, debemos ser capaces de observar las emociones que genera la incertidumbre: miedo, inseguridad, ansiedad o lo que sea. Y en lugar de apartar o repeler estas emociones, trata de observarlas y analizar que te hace sentir así.

Piensa que, al fin y al cabo, la incertidumbre supone capacidad de libertad. Es la posibilidad de elegir un camino, enfrentarse a una situación que, por más miedo que nos de, está llena de posibilidades y se nos dibuja como una oportunidad en el horizonte. Aunque el miedo sea comprensible porque no sabemos que sucederá, solo la oportunidad de poder elegir ese camino desconocido es el máximo exponente de lo más importante que tenemos. Nuestra libertad, y nuestra libertad a equivocarnos. Pero también nuestra capacidad de aprender de esa experiencia, descubrir, rectificar y seguir creciendo como seres humanos.

Por eso, lo mejor para gestionar la incertidumbre es ser dueños de nuestra vida y destino. Aprender de nuestras experiencias y errores y aceptar y ser flexibles con los retos que la vida nos ponga delante. De cada uno de ellos saldremos reforzados.