No se muy bien como comenzar, y tampoco quiero hacer de esto un drama, pues con apenas 30 amigos y siendo casi todo familia tampoco mucha gente me va a echar de menos. Incluso alguna o alguno lo celebrará, no tendrá que que cargar con la responsabilidad de mi opinión. Ya veis, estamos en un mundo en el que hasta opinar está mal visto.
La cuestión es que escribo esto porque dentro de una semana voy a borrarme de la última red social de la que soy usuario: Facebook.
¿Por qué?
Aquí viene lo que si que tal vez podéis extraer como reflexión personal, o para lanzarlo a la papelera, lo que queráis.
Nací a principios de los 80. Aunque la fecha del nacimiento de internet como red es muy anterior, hablamos de una red muy básica y sin apenas desarrollo todavía.
Se puede decir que he visto nacer la internet moderna: vi nacer los chats, aquellos miticos Neetmeetings, IRC, listas de correo… Recuerdo ser un criajo e ir con mis amigos a una exposición que vino a mi ciudad en la que enseñaban “el futuro”, flipábamos enviándonos correos electrónicos o pintándonos chorradas con la pizarra del netmeeting.
Al poco, entró por casa el primer módem analógico, de los que parecían un ovni enviando señales a la nave nodriza cuando se conectaban. No necesité más de 10 días para saber que dedicaría mi vida a la informática, y en cierto modo sigo siendo alguien totalmente enamorado de la tecnología y del bien que, correctamente utilizada, puede hacer para la humanidad.
Al poco de eso comencé a chatear por el IRC, con gente que ni se de donde eran. Intercambiábamos ideas, discutíamos, pero siempre con buen trato, cada uno con sus ideas. Pensábamos que esa era una extensión más de la realidad, un escenario, nunca la realidad. Se puede decir que no se habían inventado todavía los “trolls” profesionales, nadie veía internet como un lugar anónimo para ocultar sus más feos odios y servidumbres, o había pocos. Quizá todos lo veíamos como algo demasiado nuevo cuyo alcance de nuestros actos no conocíamos.
Todo siguió bien, el mundo se “internetizó”, y todo pasó a depender de internet: empresas, asociaciones, administraciones. Era una herramienta genial, no tenías que salir de casa para nada, y todo era rápido e instantáneo.
De hecho, diga lo que diga más abajo, lo sigue siendo.
Pero entonces llegaron las redes sociales.
Os seré sincero, la primera cuenta que me hice en facebook me pareció la pera limonera: podría compartir de todo con gente anónima: mis últimas vacaciones, fotos de estudiante, cualquier cosa. Incluso te servía para reencontrarte con personas a las que habías perdido de vista hacía mucho tiempo. Era estupendo. Seguía pensando, en ese tiempo, que todo esto era una extensión de la realidad, un nuevo patio de juegos, un simple nuevo escenario como ya dije anteriormente.
Pero entonces uno empieza a darse cuenta (a medida que empiezas a peinar canas imagino) que no le hacen demasiada gracia las redes sociales.
Ve por ejemplo que la gente ha hecho de ellas su nueva religión, en la que el horizonte de lo que creen o de lo que piensan depende de cuán aceptado sea ese horizonte en la red social de turno. Veo como se empieza a utilizar para definir lo que está bien o lo que está mal, las opiniones válidas o las no válidas. Veo que la asistencia a un concierto o a una paella con tus amigos sólo tiene sentido si es compartida allí, y lo que es más triste, veo que la gente empieza a reivindicar cosas… allí también. Se empiezan a pensar que lo importante de ir a una manifestación es que tu vecindario social vea que has ido.. que compartes los mismos “memes” que él, etc. Verte, en pocas palabras “socialmente aceptado”, pero por desgracia, ahora la sociedad es facebook, y no una charla en un bar con tus amigos.
Al poco empiezan a meter las narices sus partidos políticos, que, sedientos de votos, son capaces de utilizar la red social para generar inercias y odios, algunos sin siquiera una base real, pues no es necesario que sea real, basta que exista en esa nueva realidad llamada red social. Partidos a los que no les tiembla el pulso a la hora de adoctrinar salvajemente a la población, como ya lo hicieran con los medios de comunicación pero a lo bestia. Capaces de generar problemas y dilemas sociales que realmente no existen.
El resultado de todo esto ya lo sabéis todos: Progres de salón arreglando el mundo desde su sillón, desde su Instagram, junto a las fotos de su última “mani”. Gente que invierte el 90% de su tiempo en decir lo que está bien o lo que no está bien en twitter, en la que como se te ocurra decir algo que hace años se entendía como un chiste, igual acabas con la cuenta cerrada.
La nueva dictadura, la de lo políticamente correcto: esa cortina de humo con la que los partidos políticos esconden sus vergüenzas y los verdaderos problemas de la sociedad, pues el pensamiento es: Si están discutiendo sobre policorrectismo, no se enterarán de nada más.
Los partidos, encantados: No sólo ahora debates sobre gilipolleces, es que ellos inventan los problemas que desembocarán en nuevos policorrectismos que generarán debates que te seguirán haciendo centrarte en discutir sobre gilipolleces.
Para acabarlo de arreglar, te vas dando cuenta de que todo esto de las redes sociales son un invento para saberlo todo de ti, lo que los gilipollas del marketing llaman “BIG DATA”. Que si hombre, todo esto es la ostia: es para personalizar los anuncios que te enseñamos… La triste realidad es que al poco ves como venden asquerosamente todos tus datos al mejor postor, pues si algo es gratis… ya sabéis quien es el producto.
El siguiente paso de todo esto, metéoslo en la cabeza y que no se os olvide: Ahora que controlan los problemas sobre los que protestáis, no tardarán en controlar vuestro voto, vuestra vida, vuestras costumbres y servidumbres.
Desde aquí, hago un llamamiento a la cordura, y que reflexionéis sobre como las redes sociales son una verdadera amenaza para la sociedad, como lo he hecho yo, por eso me voy.
No cerraré al salir.