Desde que estallara la crisis allá por el ¿lejano? 2008, y empezó a disiparse esa nube de purpurina que rodeaba a todos los políticos y a las máximas instancias gubernamentales de este país, siempre que me reunía con las amistades de mi entorno, la discusión política acababa igual: "Vale que no hay ninguna alternativa válida, pero es lo que hay. Si no te gusta ningún partido, funda uno". Siempre he votado a partidos de izquierdas (o por lo menos, los que yo creía de ese lado)
Desde que Podemos saltó a la escena política de este país, meses después de las protestas del 15-M, sentí (y supongo que mucha gente, también) que, por fin, había algo de esperanza, una opción que defendía (y defiende) el sentido común ante problemas comunes y reales de nuestro país y de nuestro tiempo. Era un partido nuevo, pero con gente reconocible de distintos ámbitos de nuestra sociedad y Pablo Iglesias era una cara nueva en toda la selva de tertulianos políticos, pero usaba la energía que le da su don de palabras.
"Ya no tengo que fundar un partido, voy a votar a Podemos" les decía a mi entorno, "esos no van a llegar a nada", me contestaban , y, en esas llegaron las elecciones europeas de 2014...
Bueno, ya ya sabéis lo que pasó, Ps consiguió visibilidad (5 escaños), el poder establecido entró en pánico y la máquina de fango se puso en marcha a toda velocidad: una vez que estudió a los enemigos del estado, entendió que era fundamental mostrar el desastre en el que se estaba convirtiendo Venezuela, minuto a minuto, mostrando siempre un supuesto paralelismo entre la desastrosa economía del país bolivariano y el programa de la agrupación morada. Asimismo, se hizo lo mismo con la relación con los independentismos vasco y catalán, sobre todo en el primer caso asumiendo una total connivencia con ETA, por las palabras de Iglesias hacia Otegi, y diversos actos en imágenes que todos hemos visto.
Por otro lado, la cúpula del partido empezó a hacer castillos en el aire y empezó el pacto de la cerveza, después del salto al vacío que fue no colaborar con Pedro Sanchez en las primeras votaciones, para no darle un cheque en blanco para echar a Rajoy de la Moncloa, que, a la larga, hubiera supuesto una losa por la decepción en los votantes morados. El PSOE, por desgracia, siempre será la otra cara de la misma moneda junto con el PP.
Los primeros abandonos siguieron a las puñaladas. En las siguientes elecciones, en las que se esperaba el sorpasso, fueron un jarro de agua fría, en las que todas las encuestas mandaron a la abstención la mitad de los votos que esperaban... y empezó la trayectoria descendente. Para esa fecha, los mass media ya habían encasillado a los principales líderes de Podemos como izquierda radical, igual de corruptos que la casta contra la que decían luchar y que el proyecto, en definitiva, empezaba a descomponerse.
Elección tras elección, se pierden votos, la lluvia de noticias negativas no cesa, como el chalé de Pablo e Irene (por Dios, con lo fácil que hubiera sido, cuando salió Irene a dar el comunicado, decir que fue decisión personal de ella, porque es lo mejor para los niños que están de camino y que en el centro de Madrid, cualquier piso medio decente ya vale lo que costó la casa) y tristemente, y el iceberg de los problemas, que tiene como punta la gran incapacidad de Podemos para la Comunicación y la Gestión de la Información, esconde otros mucho mayores como es la labor de sabotaje de algunos barones de IU, y la organización interna del partido, que ha perdido la frescura con la que empezó y no aprovecha todas las posibilidades de colaboración y opinión que brinda la tecnología actual. Además, el tono con el que el partido se adhiere a la corriente feminista, adoptando sin ambages la equivocada tendencia del lenguaje inclusivo, que minimiza, cuando no ridiculiza, la fundamental igualdad de oportunidades para ambos sexos, la brecha laboral y salarial, y la educación para evitar el maltrato y los comportamientos violentos en la familia.
Y cuando se amontonan los reproches de mi círculo más cercano, lo que les respondo es: "¿Y qué esperabais?, que un partido nuevo, sin experiencia alguna, lo hiciera todo perfecto para todos, soportando un bombardeo constante, -he llegado a ver las noticias negativas sobre Podemos en el widget de MSN Noticias del Windows 10 en PCs recién instalados- no realice declaraciones precipitadas, permita escisiones internas, no ofrezca una imagen cohesionada, etc." No, las cosas no funcionan así, o al menos, no deberían funcionar así. En el fondo, lo que no debe haber, bajo ningún concepto, es urgencia. Las prisas son muy malas consejeras, y lo más importante debería ser la relación con las bases, y ampliarlas despacio, eliminar es mala imagen antiempresarial (todavía hay gente que cree por ser pyme ya forma parte de la patronal), antisistema, antitodo. El sistema hay que mejorarlo, hay que ponerlo a punto, hay que hacerlo más flexible. Podemos puede analizar cada grupo social y ofrecer un mensaje cristalino para cada uno de éstos, no parecer tan académico y rígido, dar una respuesta desde la calma y la firmeza que te ofrecen el sentido común. Por ejemplo, ¿toros? no, es un lamentable y engañoso espectáculo que está decayendo de forma natural, simplemente hay que dejarlo desaparecer, y haciendo que las desproporcionadas subvenciones que recibe acaben en sectores más necesitados y con más proyección.
Pero no todo se ha perdido, los votantes seguimos estando ahí, el partido puede aprender de sus errores, puede aprender a contener la hemorragia de propaganda negativa, (es genial lo que está pasando en el ayuntamiento de Madrid, cuando el silencio de los buenos resultados pulveriza el ruido del miedo), y en la que la disidencia sea algo obligatorio, cuando se haga desde el respeto y el compañerismo.
Esto es sólo un artículo de opinión, hay familias que no se ponen casi nunca de acuerdo, y eso que algunas sólo tienen dos individuos, pero todos los días hay que salir a luchar. No os dejéis derrotar.