¿POR QUÉ SE MATA A LAS MUJERES?
El asesinato tan frecuente de mujeres en España, pero también en otros países de Europa y de todos los continentes, es algo repugnante que merece nuestra más encendida repulsa. ¿Cómo es posible que suceda esto? Y sobre todo, ¿por qué?.. ¿Qué puede llevar a un hombre a convertirse en un monstruo capaz de acabar con la vida de alguien con quien compartió cama, mesa, a menudo hijos, momentos alegres y problemas de toda índole a los que se tuvieron que enfrentar juntos?...¿Qué puede llevar a un hombre al extremo de matar a su compañera incluso delante de sus propios hijos, dejándoles marcados de por vida por un trauma que tal vez nunca puedan superar por más años que vivan?... Es difícil penetrar hasta el último porqué en la cabeza de un asesino, pero parece que en la mayoría de casos tiene que ver con los celos, con divorcios no asumidos por el asesino, con que la ex mujer tenga una nueva pareja, o con que se quiera separar y no lo aguante más. ¿ y qué es lo que le tiene que aguantar? Con frecuencia los malos tratos verbales, las palizas y el desamor de mil modos manifiesto. Cuando ella denuncia a la policía, no siempre es tomada en serio, y además corre el riesgo de morir cuando se entera el monstruo de casa. Y cuando el juez la escucha, pueden suceder dos cosas: que haga caso a la policía que le quitó importancia al asunto, o que envíe a la cárcel al sujeto. Pero la cárcel no es algo eterno, y el sujeto sale un día para desgracia de su antigua mujer, que de ahí en adelante vivirá en un ay o será asesinada por venganza.
Parece que en España estamos a la cabeza de Europa en medidas de protección legal hacia las mujeres, para disgusto de los neofascistas recién estrenados en las urnas, mientras en Rusia, quién lo diría, la indefensión legal de la mujer es lacerante. ¿ Una revolución con millones de muertos… para llegar a esto? El zarismo, como el fascismo, se repite. La historia da vueltas, pero siempre al cuello de los más débiles.
Pero ni España ni occidente tienen la exclusiva, ni mucho menos.
Violar, maltratar, prostituir, casar a la fuerza o extirpar el clítoris como en el mundo árabe, son verbos corrientes referidos a las mujeres. Ser vendidas o raptadas para convertirlas en esclavas sexuales, o arrojadas a la basura por el hecho de ser niñas, como en India, impedirles asistir a las escuelas, que vistan como deseen, tengan relaciones con quien quieran siendo solteras y hasta que conduzcan un auto, forma parte de la misma onda criminal de la que el asesinato físico sería la culminación del otro, del asesinato moral, que es el primero que da la cara en forma de prohibiciones, insultos y malos tratos de toda clase.
Ante esta onda criminal que llega a ser un tsunami fatal para miles de mujeres cada día en el mundo, alcanzando cifras escandalosa en Méjico, Argentina, y otros países latinos, tenemos que intentar saber qué clases de argumentos-fuerza se ponen en marcha capaces de provocar estas olas de violencia planetaria contra nuestras hermanas las mujeres y tan a menudo se las lleva por delante. Por eso están empezando a rebelarse colectivamente en todo el Planeta, con toda la razón y más aún.
Ni una más muerta por un criminal descontrolado, sí, esto es lo que deseamos, pero ¿cómo evitarlo?.. ¿Qué se oculta en lo profundo del asesino, el violador o el maltratador?
Viejos y malos cimientos
Es difícil negar a estas alturas que los dos peores inventos de consecuencias fatales para la condición de las mujeres han sido la aparición de la propiedad privada y el patriarcado. Ambos medularmente unidos. Sin estos dos condicionantes hubiera sido imposible lo que ha venido sucediendo con ellas a lo largo de la historia de la humanidad.
El amor a la propiedad privada, que el capitalismo ha convertido en intocable – a no ser que el Estado precise la de alguien, claro- subyace en el asesino que dice “la maté porque era mía”. Tenía la propiedad, porque el sistema patriarcal le viene otorgando ese derecho siglo a siglo. Y quien tiene la propiedad sobre algo ofrece toda clase de resistencia a que la propiedad se rebele y no quiera ser más propiedad, o que otro se la arrebate despojándole de algo suyo. Porque el derecho de propiedad no solo es sagrado para el capitalismo, sino exclusivo para el poseedor.
Esta visión de la pareja patriarcal ha calado tan profundamente en la mente de tantos que muchos no conciben perder algo que a su limitado entender era suyo y carecía del derecho a dejar de serlo. Y esta sería una parte psicológica de los podridos cimientos del capitalismo patriarcal. Pero
como no hay mal que no tenga compañía ni razón de ser, este del poder del macho en casa no puede ser la excepción. Aquí hacen su aparición los fundamentalismos religiosos. Porque si entre las religiones oficiales existen toda clase de diferencias de planteamientos teológicos, jerárquicos, filosóficos, y de otros tipos, en algo sí están unánimemente de acuerdo: la mujer es un ser inferior y un objeto de deseo, como quien tiene una mascota. Pero esta es una gran mascota: cocina para uno, lava su ropa, limpia y ordena la casa, cuida a su prole y produce gozo sexual. ¿Se podría tener mascota mejor? ¿Para qué perder el tiempo con el amor altruista que exige esfuerzo, como el compartir esas tareas?
Cuando el rabino, el cura, el pope, el imán, defienden que la mujer está peldaños abajo del varón; que es débil, peligrosa para el alma, de tendencias libertinas, y hasta sin alma- como el catolicismo defendió hasta finales de la Edad Media- y que hay que dominar hasta el maltrato físico si el patriarca lo considera, están proporcionando armas al asesino y reforzando el sistema capitalista del que forman parte todas las religiones institucionales por más diferentes que sean sus nombres.
El status inferior de la mujer judía, de la mujer musulmana, de la mujer hindú, de la mujer católica, luterana, ortodoxa, u otras con sus propios patriarcas, da pie para que exista también otro en cada casa don derecho de propiedad y dominio para dictar su propia ley. Y este sería el argumento socio-religioso del machismo.
De modo que cuando la mujer se rebela tendría que mirar los muros dobles que debe derribar asentados sobre los cimientos podridos de este mundo: el capitalismo patriarcal y las religiones patriarcales, porque juntas proporcionan cobertura moral a los que defienden “la maté porque era mía”.
Ha llegado el momento histórico en que la mujeres sean simplemente suyas, de ellas mismas, vamos. Es hoy, es ahora. Estamos a punto de ver la primera internacional femenina de la historia de la humanidad. Ya es hora.