La suerte

Yo he tenido mucha suerte en la vida, de la buena y de la mala. Suerte, digo. Que es como tiene que ser la vida. Que no digo que yo quiera que sea así, sino que no puede ser de otra forma. Lo que sucede es necesario. Y lo suyo es fijarse en las cosas buenas, no reparar mucho en las malas y saber que todo pasa, el tiempo va desfilando y se lo lleva todo, lo bueno y lo malo, lo malo y lo bueno... todo el rato, antes, durante y después de nosotros y no se detiene ante dichas ni ante desgracias, va siempre dando vueltas como un molino. ¿La felicidad? Una ordinariez decía Gala. Yo no creo que el deseo de felicidad sea ordinario, al menos en el mal sentido de la palabra, pero sí un anhelo inalcanzable cuya búsqueda podría agotar a cualquiera, y yo no me quiero cansar. Desde Buda a Marco Aurelio se ha tratado la idea de que toda la desdicha de la especie humana es fruto del deseo, pero desear no tenerlos es intrínsecamente imposible, luego entonces debe de ser una actitud pasiva de aceptación la que podría conducirnos a no sufrir su llamada. El problema con todo esto es que el motor de la acción ha de ser la voluntad, "nos definen nuestra obras" pero ¿ante quién? Pues primero ante nosotros mismos, y luego ya después ante los demás, ese es el orden correcto si no queremos entrar en una espiral de contradicciones entre desear hacer lo que nos pide la vida y lo que podemos dar cada uno como partes integrantes de esa misma vida que somos. No tener prisa y atravesar sin miedo el sendero, camino o autopista, cada uno elija por dónde quiere ir, que todos llegamos siempre al mismo lado, todas las veces sin importar de qué manera. O mejor dicho, de qué manera es lo que importa, ir adelante sin preocuparse demasiado porque las preocupaciones son inevitables, pero no es lo mismo que nos preocupe no tener comida hoy que el que nos preocupe no tenerla mañana, La madre de Almudena Grandes lo expresaba muy bien "es peor pensarlo que pasarlo" y esa es la clave para no sufrir dos veces, o mil, esa parte de los acontecimientos que más nos cueste aceptar, sean estos la mitad o la cuarta parte del total. No me gusta el determinismo ni creo en el destino pero nuestro pobre libre albedrío no es más que una gota en el océano del devenir, y querer avanzar nadando contracorriente es contravenir las leyes de la naturaleza así que ser previsor es ante todo hacerse el loco ante las amenazas de nuestras proyecciones para ser capaces de seguir andando de la manera más digna posible, aunque sea a la pata coja, porque el ¿y si yo hubiera? Es una pregunta imposible y absurda, tanto daño nos hace querer conocer el futuro como querer modelar el pasado, existir solo existe, o es, el presente, o una sucesión de presentes que sólo de una manera teórica existen después, una sucesión infinita de presentes de los cuales asistimos sólo a algunos y ese campo ya es lo suficientemente grande como para querer jugar en sitios que ni fueron ni pueden ser aún, o existen pero en otro lugar, por eso adentrarnos en lo virtual es abarcar mucho para apretar poco, o apretar mal, no existe el exceso de información pero existe la información mal digerida, o el consumo de información en mal estado que desgraciadamente hoy es mayoría. Asistimos diariamente a la exhibición de experiencias reales o falsas que no guardan ninguna relación con nosotros, ajenas hasta el momento en que las vemos y que llenan nuestros cerebros y tripas de más sugerencias imposibles, hostiles a nuestras posibilidades pero que pasan a ser parte de nosotros mismos, empeorándonos como personas cuando en vez de conocer más nos olvidamos de por dónde íbamos andando. Es bueno aprender y crecer pero ciñéndonos siempre a un diámetro aceptable para cada realidad.

Así que por eso, viva Epicuro, y muera el rey, y muera el orden y la ley, y que cada cual sepa apreciar su vida y la del resto.

Si no fuera por la mala suerte los pobres no tendrían ninguna.

Tom Waits