Asistimos estos días a un fenómeno muy triste en las redes: los llamados "negacionistas" del coronavirus están influyendo a través de la redes sociales en un público cada vez mayor, un público que antes le temía al Sars-Cov-2, que tomaba las debidas precauciones para ayudarse a sí mismos y al prójimo, pero que ahora empiezan a negar el estado de enorme peligro o a relajarse e ignorar por tanto algunos hábitos de vital importancia como respetar la distancia social de 2 metros, usar siempre mascarilla, lavarse frecuentemente las manos y evitar las reuniones de más de 6 personas.
Nos encontramos por tanto en peligro. Cualquier negación de la pandemia y de su virulencia debe ser considerada terrorismo, al igual que se considera terrorismo el ensalzamiento de ETA o de Estado Islámico en las redes. Cualquier llamamiento desde Internet a la disidencia debería ser atajada con detenciones y penas de cárcel inmediatas. Están en juego demasiadas vidas. No podemos consentir que bajo la excusa de una mal entendida "libertad de expresión" haya grupos que instiguen a la ciudadanía a perder el miedo, un miedo necesario que nos protege del que posiblemente sea el peor enemigo que ha conocido la humanidad en toda su historia: el Sars-Cov-2.
Pedimos, por tanto, que se persiga cualquier disidencia, pero no mediante la censura, que está demostrando ser inefectiva, pues se están creando otras plataformas ajenas a YouTube donde la censura no es sencilla de aplicar, sino mediante el uso de la Ley y la penalización de discursos que ponen en peligro el plan elaborado por nuestros gobiernos e instituciones sanitarias y financieras globales para el bien de la ciudadanía.