Se anda diciendo que la agresión de un nazi a un cómico está justificada porque se metió con su hijo. Unos compran el relato del nazi de que el padre hizo comentarios pedófilos. Otros hablan de los límites del humor. Todo gira en torno a si era cómico o era nazi. Me preocupa que no se ponga el foco en lo realmente importante.
Ninguna agresión verbal justifica una agresión física. Ninguna.
Da igual que el agresor sea nazi. Da igual que sea un chiste o un insulto. Da igual lo que te digan. Cuando te atacan con palabras te defiendes con palabras o en los juzgados. Punto.
Y sí, el instinto y las emociones provocan que si atacan a un ser querido, salgas a defender su honor. No seré yo el que se revista de una bondad y misericordia suprema. Quizá yo también en una situación similar agrediera a quien agrede a mis seres queridos con algo más que palabras. Está en la condición humana.
Pero lo que no puede ser es que la sociedad jalee mi agresión. Mi agresión es fruto de un estado emocional, subjetivo, y ese es un terreno muy peligroso. La pregunta no es si en este caso está justificada, que entra dentro de la percepción individual de cada uno, sino si vamos a dejar la puerta abierta a que ciertas agresiones verbales pueden ser correspondidas con violencia.
Si hacemos eso, entramos dentro de un terreno muy pantanoso donde toda palabra que ofenda a alguien puede tener una respuesta física. Alguien podría decir que el límite está en meterse con los hijos. Pues bien, ¿qué evita que no puedas defender a un hermano, un abuelo, un padre, una nación o un Dios? Y otra cuestión, ¿qué es una respuesta proporcional? ¿Dos tortazos? ¿Tres? ¿Lanzarle un objeto porque la seguridad no te deja acceder a esa persona? ¿Qué ocurre si esta persona tiene un traspiés y se golpea la cabeza? ¿Y si el objeto golpea a otra persona? Es más. ¿La persona que te ofendió verbalmente no tiene derecho a responder a tu agresión física? ¿Dónde nos lleva esto? Al caos y la violencia; y quien no lo vea, está ciego.
Jamás la violencia física puede vitorearse como una respuesta a una agresión verbal. Esa dialéctica de los puños y la pistolas, de la resolución de las faltas de respeto mediante un duelo al estilo del viejo oeste, de enseñar una lección a través de la violencia, a la pérdida de valores que han hecho que vivamos en un país seguro tras años matándonos entre nosotros, a la escalada y al caos.
Y me parece tan obvio, tan claro, tenemos tantos ejemplos en la historia donde personas que se han sentido ofendidas por las palabras o imágenes que se han vertido sobre ellos o sus valores han realizado una acción violenta como respuesta, que parece mentira que se esté discutiendo si era o no un chiste o si es relevante que sea o no un nazi.
Da igual que no fuera un chiste, da igual que fuera nazi. Lo que no da igual, es justificar en este caso la violencia.