El capitán nuevo saltó de la cabina, completamente vestido, y voló a través del agua. Como antiguo socorrista, mantuvo sus ojos en su víctima mientas se dirigía directamente a los propietarios, que estaban nadando entre su barco y la playa. “Creo que piensa que te estás ahogando”, le dijo el marido a su mujer. Habían estando salpicándose y ella había gritado, pero en ese momento estaban de pie, con el agua a la altura del cuello, en un banco de arena. “Estamos bien, ¿qué está haciendo?” preguntó la mujer, un poco enfadada. “¡Estamos bien!”, gritó el marido, indicándole que se alejara, pero su capitán siguió nadando. “¡Múevase!”, soltó mientras pasaba entre los sorprendidos propietarios. Directamente detrás de ellos, ni siquiera a diez pies, su hija de nueve años se estaba ahogando. A salvo sobre la superficie, en los brazos del capitán, se echó a llorar. “¡Papá!”
¿Cómo supo este capitán, a cincuenta pies de distancia, lo que el padre no pudo reconocer desde diez? El ahogamiento no es la petición de auxilio violenta, con salpicaduras que la mayoría de la gente se espera. El capitán había sido entrenado para reconocer un ahogamiento por expertos y años de experiencia. El padre, por otro lado, había aprendido cómo es ahogarse viendo la televisión. Si te pasas tiempo en o cerca del agua (pista: esos somos todos nosotros), entonces deberías asegurarte de que tú y tu tripulación sabéis qué buscar cuando la gente entra en el agua. Hasta la niña gritó un lloroso “papá”, no había proferido un sonido. Como un antiguo guardacostas, no me sorprendió en absoluto esta historia. El ahogamiento es casi siempre un evento engañosamente silencioso. Los aspavientos, salpicaduras y gritos que la televisión nos prepara para buscar son raramente vistos en la vida real.
La Respuesta Instintiva al Ahogamiento (RIA) -llamada así por Francesco A. Pia, Ph.D., es lo que la gente hace para evitar un ahogamiento real o percibido. No se parece a lo que la mayor parte de la gente… » ver todo el comentario
El capitán nuevo saltó de la cabina, completamente vestido, y voló a través del agua. Como antiguo socorrista, mantuvo sus ojos en su víctima mientas se dirigía directamente a los propietarios, que estaban nadando entre su barco y la playa. “Creo que piensa que te estás ahogando”, le dijo el marido a su mujer. Habían estando salpicándose y ella había gritado, pero en ese momento estaban de pie, con el agua a la altura del cuello, en un banco de arena. “Estamos bien, ¿qué está haciendo?” preguntó la mujer, un poco enfadada. “¡Estamos bien!”, gritó el marido, indicándole que se alejara, pero su capitán siguió nadando. “¡Múevase!”, soltó mientras pasaba entre los sorprendidos propietarios. Directamente detrás de ellos, ni siquiera a diez pies, su hija de nueve años se estaba ahogando. A salvo sobre la superficie, en los brazos del capitán, se echó a llorar. “¡Papá!”
¿Cómo supo este capitán, a cincuenta pies de distancia, lo que el padre no pudo reconocer desde diez? El ahogamiento no es la petición de auxilio violenta, con salpicaduras que la mayoría de la gente se espera. El capitán había sido entrenado para reconocer un ahogamiento por expertos y años de experiencia. El padre, por otro lado, había aprendido cómo es ahogarse viendo la televisión. Si te pasas tiempo en o cerca del agua (pista: esos somos todos nosotros), entonces deberías asegurarte de que tú y tu tripulación sabéis qué buscar cuando la gente entra en el agua. Hasta la niña gritó un lloroso “papá”, no había proferido un sonido. Como un antiguo guardacostas, no me sorprendió en absoluto esta historia. El ahogamiento es casi siempre un evento engañosamente silencioso. Los aspavientos, salpicaduras y gritos que la televisión nos prepara para buscar son raramente vistos en la vida real.
La Respuesta Instintiva al Ahogamiento (RIA) -llamada así por Francesco A. Pia, Ph.D., es lo que la gente hace para evitar un ahogamiento real o percibido. No se parece a lo que la mayor parte de la gente… » ver todo el comentario