Por cierto, lo digo por si hay alguien que no lo sepa: si os interesa saber dónde son más comunes vuestros apellidos podeís visitar a la página web del Intituto Nacional de Estadística, tiene un apartado la mar de majo donde puedes enterarte. Yo soy catalán pero de pura cepa extremeña, más claro el agua
#22 Tampoco diría que ser religioso equivale directamente a ser estúpido, pero sí creo que la situación actual en occidente no es como la que vivieron Galileo, o Newton.
Imagina que le preguntamos a un indígena del Amazonas si la Tierra es plana. Este hipotético indígena de una tribu perdida nos dice que sí. ¿Lo convierte eso en imbécil? No. ¿Ignorante? Puede que sí, pero es una ignorancia en todo caso excusable.
Pero si la misma pregunta se la hacemos a un occidental con estudios superiores, que navega por internet a diario y tiene acceso a toneladas de terabytes de información sólo con un par de clics, que sólo necesita caminar 100 metros para visitar una biblioteca... Si esta persona hipotética diese la misma respuesta que el indígena, sospecharía que su ignorancia deriva de la desidia, como mínimo. Y no, en este segundo caso no es una ignorancia excusable. No hay justificación para ser ignorante cuando tienes la información delante de las narices y por todas partes.
Es por eso que creo que muchos creacionistas, y muchos que hacen interpretaciones literales de la Biblia o del libro sagrado de turno, no tienen justificación: son ignorantes y además son responsables de su propia ignorancia (negacionistas, los llama Dawkins).
Sé que no es una situación equivalente, pero al fin y al cabo Newton, como Galileo, se enfrentó a una realidad que no podía ser explicada satisfactoriamente y de manera plena sin recurrir a un dios creador (dato muy relevante: allí donde los cálculos de Newton no bastaban para explicar las perturbaciones en las órbitas de algunos planetas, allí y no en otro sitio, hizo intervenir al "dedo" de Dios, retocando las trayectorias regularmente. Es decir, Newton aspiraba a explicar el universo sin Dios, y como no pudo, por cuestiones técnicas, lo introdujo en su esquema planetario por lo demás mecanicista. Sólo donde no llegó con ecuaciones metió a Dios, el relojero cósmico).
Más que eso, toda persona educada y civilizada era creyente sin cuestión.
Hoy las cosas son distintas. Sabemos mucho más de la naturaleza, en parte gracias a pensadores como los mentados, y podemos construir una historia coherente del universo sin intervención divina. Me atrevo a pensar que, si Galileo o Newton hubiesen vivido hoy, habrían decidido ser ateos. Pero no puedo comprobarlo, por supuesto. Y creo que serían ateos porque cualquier persona con muchos conocimientos actualizados sobre ciencia y naturaleza entiende que Dios ha dejado de ser necesario para entender el universo. Dios queda entonces relegado a una esfera espiritual que no todas las personas cultivan de esa manera.
Amor es una de esas palabras tan usadas con tan diferentes significados por la gente, que muchas veces no tiene sentido usarla ya.
Al escuchar esa palabra, seguramente algunos piensan en el sexo, otros en el afecto y cariño de alguien, otros en una manera de controlar y obtener seguridad. Otros en satisfacer instintos, otros piensan en su familia y sus vivencias. Otra persona piensa en poseer algo o alguien, otra en experiencias, dramáticas o sutiles, otra en las ausencias de personas que conoció o que sueña con conocer, otra en su propia frustración, otra en sus pasadas conquistas, y otra en el deseo de que las cosas cambien a mejor. Otra en un deber o un rol que cree que debe cumplir, otra en una condena inevitable... a cada uno le dice una cosa. Como para ponernos de acuerdo hablando de amor.
Pero a mí me suena todo a hueco. Ya existen muchas palabras para todo eso. Interés, dependencia, deseo, cálculo, instinto, tontuna, confusión, embriaguez, engaño, miedo, costumbre, cultura...
Sería hermoso reservar la palabra amor para aquello a lo que ninguna otra palabra consigue apuntar ni de cerca, aquello que se escapa de ser perfectamente acotado por una definición de diccionario, y no puede ser exiliado de la realidad a un mundo puramente teórico, porque solamente se la conoce en el acto, y no en la explicación racional.
La definición de amor más tolerable que siento que puedo expresar sin sentir vergüenza: Renunciar a los propios miedos que me hacen resistir y tratar de controlar lo que sea que suceda en este momento, dentro o fuera, sin colocarme por delante de quien esté conmigo ahora compartiendo este instante. No se piensa, se hace. Es un acto incondicional. Y es la cosa más difícil y extravagante del mundo. Al mismo tiempo lo más sencillo y cotidiano del mundo. Y probablemente lo único verdaderamente auténtico y hermoso en este mundo sumido en lucha eterna consigo mismo.
Y para acabar, dejo una cita al caso de Groucho Marx: "Algunos matrimonios acaban bien, otros duran toda la vida". Pero el amor ni empieza ni acaba, sólo es, sin depender de nada.