La convivencia con el animal no es fácil. El mono –en realidad un chimpancé– es una criatura engreída, egoísta y maniática. En más de una ocasión he querido deshacerme de él pero todos los intentos han sido en vano. No ya por el hecho de que no es fácil encontrar a alguien que quiera hacerse cargo de un animal que erguido mide metro y medio y pesa más de ochenta kilos, sino por el propio carácter del mono. De su difícil temperamento es buena muestra el que la propia Jane Goodall lo expulsara de una de sus reservas.
Y ahora, que levanten la mano los que tengan una pareja que casa 100% con la descripción.
La convivencia con el animal no es fácil. El mono –en realidad un chimpancé– es una criatura engreída, egoísta y maniática. En más de una ocasión he querido deshacerme de él pero todos los intentos han sido en vano. No ya por el hecho de que no es fácil encontrar a alguien que quiera hacerse cargo de un animal que erguido mide metro y medio y pesa más de ochenta kilos, sino por el propio carácter del mono. De su difícil temperamento es buena muestra el que la propia Jane Goodall lo expulsara de una de sus reservas.
Y ahora, que levanten la mano los que tengan una pareja que casa 100% con la descripción.