Creo que todos se han retratado hoy como un buen puñado de intolerantes. Porque los católicos de la JMJ deberían haber callado y haber puesto la otra mejilla y los laicistas deberían haber dado ejemplo de civismo y respeto. Sin embargo en ambas partes había predispuestos a montar bronca y pocos dispuestos a evitarla.