#14 Yugoslavia era de todo menos un estado fallido. La gente vivía en paz, tenían una Constitución, se respetaban las religiones, tradiciones, lenguas...
Poco o nada has hablado tú con serbios, croatas, ... que tuvieran ya uso de razón en los '90. Yo con unos cuantos. La tónica general que puedes escuchar de CIVILES que tenían sus vidas en un país con más o menos problemas económicos (nada muy diferente a España u otros) es que un buen día empezaron a ver en sus televisores a señores con banderas y antes de darse cuenta de qué cojones estaba pasando se vieron metidos hasta las cejas en la guerra de un día para otro, sin preguntarles nada.
He conocido en diferentes países y momentos de mi vida a una mujer serbia y a un hombre croata, que no se conocieron entre ellos. Ella, progresista y de izquierdas. Él, de derechas aunque sin llegar a extremos. Hablando sobre la historia de sus vidas y las guerras de la ex-Yugoslavia, ambos me dijeron lo mismo, sorprendentemente: "si un año antes de estallar la guerra nos hubieran dicho a serbios y croatas que íbamos a estar matándonos en masa, no nos lo hubiéramos creído".
Hasta ambos pueblos hablaban el mismo idioma. Habían matrimonios de "serbios" y "croatas" igual que los hay de extremeños y catalanas y de catalanes y manchegas.
Lo que pasó en Yugoslavia fue Occidente financiando y apoyando a grupos ultras minoritarios para romper en pedazos el último país socialista que quedaba en Europa y repartirse luego los restos (se bombardearon fábricas de automóviles, por ejemplo, que luego se quedó Alemania para su sector automoción, sin vergüenza ninguna y prácticamente como botín de guerra, bajo el argumento de que "se están usando para fabricar armas"). Y qué mejor para romper un país, sobre todo si es socialista, que potenciar todos los nacionalismos añejos, la mayoría de ultraderecha y fundados por genocidas y criminales de guerra en la IIGM como el monstruo de Pávelic.
El nacionalismo es un invento bastante moderno, nada épico y milenario como nos quieren hacer creer los nacionalistas. Un cáncer cuyo único resultado es invariablemente la guerra y el genocidio y debería enseñarse en cualquier escuela de primaria. Lamentablemente no aprendemos y seguimos con las banderitas, las indignaciones por grandes ofensas a mi gloriosa patria por parte de esos bárbaros, las reclamaciones de tierras "históricas", los sentimientos de agravio que parece que hacen nuestra vida imposible hasta que no acabemos con el enemigo... una constante que muchos se empecinan en seguir atizando en todas partes y bajo todos los pabellones.
Poco o nada has hablado tú con serbios, croatas, ... que tuvieran ya uso de razón en los '90. Yo con unos cuantos. La tónica general que puedes escuchar de CIVILES que tenían sus vidas en un país con más o menos problemas económicos (nada muy diferente a España u otros) es que un buen día empezaron a ver en sus televisores a señores con banderas y antes de darse cuenta de qué cojones estaba pasando se vieron metidos hasta las cejas en la guerra de un día para otro, sin preguntarles nada.
He conocido en diferentes países y momentos de mi vida a una mujer serbia y a un hombre croata, que no se conocieron entre ellos. Ella, progresista y de izquierdas. Él, de derechas aunque sin llegar a extremos. Hablando sobre la historia de sus vidas y las guerras de la ex-Yugoslavia, ambos me dijeron lo mismo, sorprendentemente: "si un año antes de estallar la guerra nos hubieran dicho a serbios y croatas que íbamos a estar matándonos en masa, no nos lo hubiéramos creído".
Hasta ambos pueblos hablaban el mismo idioma. Habían matrimonios de "serbios" y "croatas" igual que los hay de extremeños y catalanas y de catalanes y manchegas.
Lo que pasó en Yugoslavia fue Occidente financiando y apoyando a grupos ultras minoritarios para romper en pedazos el último país socialista que quedaba en Europa y repartirse luego los restos (se bombardearon fábricas de automóviles, por ejemplo, que luego se quedó Alemania para su sector automoción, sin vergüenza ninguna y prácticamente como botín de guerra, bajo el argumento de que "se están usando para fabricar armas"). Y qué mejor para romper un país, sobre todo si es socialista, que potenciar todos los nacionalismos añejos, la mayoría de ultraderecha y fundados por genocidas y criminales de guerra en la IIGM como el monstruo de Pávelic.
El nacionalismo es un invento bastante moderno, nada épico y milenario como nos quieren hacer creer los nacionalistas. Un cáncer cuyo único resultado es invariablemente la guerra y el genocidio y debería enseñarse en cualquier escuela de primaria. Lamentablemente no aprendemos y seguimos con las banderitas, las indignaciones por grandes ofensas a mi gloriosa patria por parte de esos bárbaros, las reclamaciones de tierras "históricas", los sentimientos de agravio que parece que hacen nuestra vida imposible hasta que no acabemos con el enemigo... una constante que muchos se empecinan en seguir atizando en todas partes y bajo todos los pabellones.