#2es que yo (personalmente) estoy hasta los cojones de ver funcionarios (ventanilleros) que siempre están "acabando de salir a tomar café"
Sí, yo también los he visto y padecido. También he visto cajeras del Día que se van al lavabo con colas de 20 personas esperando. Y taxistas que me han dicho: “No, no la llevo, es muy lejos”. Y dependientas de Zara que responden: “Si no lo encuentras, igual es que no queda más”.
¿La solución es despedirlos a todos? ¿Establecer un salario exclusivamente en base a productividad? Puede ser, pero te digo algo: yo cobro así, pero no cualquiera puede empezar de 0 cada día, sin saber cuánto cobrará a fin de mes. Ganas más, te estresas más, y pobre de tí si tienes unos días de bajón.
En lugar de castigar al vago, ¿por qué no probamos premiar al que trabaja bien? Porque en España no se estila. Cuando hace mucho, pregunté a un jefe si estaba conforme con mi trabajo, me respondió: “Si no te digo nada, será que lo haces bien. Si fallas, ya te lo haré saber”.
En tanto se siga promocionando a los jefes entre los más pelotas en lugar de elegir a los más capaces o a los que tienen características de liderazgo, nada cambiará, ni en el sector privado ni en el público. La automotivación es fantàstica, pero, como dice #4, es muy ardua.
Por otro lado, estoy hasta los ovarios de escuchar críticas a los “privilegios” de los funcionarios, los mineros, los médicos, los controladores y un largo etcétera. Estas personas no encontraron sus contratos dentro de una galleta china. Estudiaron, opositaron o lucharon en las calles para conseguir lo que tienen. Al que le guste mucho, ya sabe: estudia ingeniería aeronáutica, oposita o baja a la mina. O pelea desde su sector y su gremio para conseguir mejoras. Por cierto: privilegios, los de la Iglesia, la familia real o los políticos, mantenidos por todos porque yo lo valgo.
“Si yo me jodo, que se jodan todos” es un concepto mediocre, egoísta y de vuelo corto. Y es el pasto del que se alimentan los burros que hoy nos gobiernan.
Sí, yo también los he visto y padecido. También he visto cajeras del Día que se van al lavabo con colas de 20 personas esperando. Y taxistas que me han dicho: “No, no la llevo, es muy lejos”. Y dependientas de Zara que responden: “Si no lo encuentras, igual es que no queda más”.
¿La solución es despedirlos a todos? ¿Establecer un salario exclusivamente en base a productividad? Puede ser, pero te digo algo: yo cobro así, pero no cualquiera puede empezar de 0 cada día, sin saber cuánto cobrará a fin de mes. Ganas más, te estresas más, y pobre de tí si tienes unos días de bajón.
En lugar de castigar al vago, ¿por qué no probamos premiar al que trabaja bien? Porque en España no se estila. Cuando hace mucho, pregunté a un jefe si estaba conforme con mi trabajo, me respondió: “Si no te digo nada, será que lo haces bien. Si fallas, ya te lo haré saber”.
En tanto se siga promocionando a los jefes entre los más pelotas en lugar de elegir a los más capaces o a los que tienen características de liderazgo, nada cambiará, ni en el sector privado ni en el público. La automotivación es fantàstica, pero, como dice #4, es muy ardua.
Por otro lado, estoy hasta los ovarios de escuchar críticas a los “privilegios” de los funcionarios, los mineros, los médicos, los controladores y un largo etcétera. Estas personas no encontraron sus contratos dentro de una galleta china. Estudiaron, opositaron o lucharon en las calles para conseguir lo que tienen. Al que le guste mucho, ya sabe: estudia ingeniería aeronáutica, oposita o baja a la mina. O pelea desde su sector y su gremio para conseguir mejoras. Por cierto: privilegios, los de la Iglesia, la familia real o los políticos, mantenidos por todos porque yo lo valgo.
“Si yo me jodo, que se jodan todos” es un concepto mediocre, egoísta y de vuelo corto. Y es el pasto del que se alimentan los burros que hoy nos gobiernan.