Joer, por fuera está bien conservado, pero todo lo de dentro está convertido a edificio moderno:
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Yo, a diferencia de la autora del artículo, me creo perfectamente que el Rey habló con sinceridad (leedme antes de votar negativo) y me lo creo porque el poder hace que se viva en una burbuja, una burbuja en el que todo el mundo le sirve y le dice que todo está bien, como le pasó a Zapatero y como seguramente le pase al líder de Corea del Norte, país que vive en una hambruna y en el que su capital, en la que las élites viven, es un espejismo en el que nadie sufre y los supermercados están repletos.
El Rey no tiene culpa de mucho de lo que le pasa en España, simplemente es un anciano que disfruta cazando, como el anciano de disfruta jugando al mus, y vela por los intereses de su familia y su legado, le cuentan que todo está bien para regocijo suyo creyéndose que está haciendo un buen trabajo y en el que piensa que ha hecho un buen trabajo a España "he dedicado mi vida a España" y a seguir mamando del dinero público. No es una persona mala per se.
Así, nadie tiene culpa de los males de España. Todo el mundo se lava las manos como si la crisis hubiera sido una maldición de causa desconocida y nadie ataja su causas. Rajoy, que hace mucho daño a España, tampoco es una persona mala que lo hace a propósito, simplemente el cree que lo está haciendo bien, es lo que le cuentan sus asesores, ve que su círculo no tiene crisis alguna y no hay desempleo porque todos están colocados, ve que los jóvenes emigran por "movilidad internacional" y se niega a cualquier cambio. Si hay paro la culpa es de una baja formación. Si la baja formación es culpa de los recortes, todos tenemos que apretarnos el cinturón, y así un largo etcétera. Normal, según su visión del mundo, España está mal pero ¡somos campeones de fútbol!
Y por supuesto, nadie dimite. Nadie dimite porque nadie cree que está haciéndolo mal sino que honestamente piensa que está haciendo un trabajo genial a pesar de que la realidad muestra lo contrario. Esto es una constante en dictadores a lo largo de la historia. Creen, honestamente, que ellos son los que tienen razón, que ellos tienen la clave para volver al bienestar y que por eso no deben marcharse, a pesar de que el resto de la población clama por un cambio. Por mucha manifestación que haya, lo único que se gana es simpatía por parte de los líderes: "mira cómo protestan, están mal" pero se niegan a atajar las causas de la desigualdad.