Me dedico a la enseñanza en Secundaria. En mi insti, el curso pasado, había un PIP (Programa de Iniciación Profesional). Es (casi) un última oportunidad para aquellos alumnos (casi 100% chicos) que han fracasado en los itinerarios "normales". Se le da una oportunidad de formarse en algo de provecho y hacer prácticas en una profesión manual. De los ocho matriculados, siete eran absentistas habituales, o cuando estaban en el centro, pasaban la mayor parte del tiempo fumando porros en los baños o ni siquiera se escondían. Eran violentos, inadaptados, groseros y maleducados; incluso llegaron a amenazar a alguna profesora. Algunos de ellos había incluso pasado por centros de menores. Este presente curso, el director se ha negado a ofrecer ningún PIP. Y todos lo agradecemos.
Entré a la universidad con treinta años, después de pasar las pruebas de mayores de 25. Mis compañeros de aula no llegaban a los veinte. Conservo de aquella época algunos muy buenos amigos. Nunca me trataron de forma distinta: ni alumnos, ni profesores. Lo que sí me dijeron en muchas ocasiones los profesores es que me veían muy ilusionada y motivada. Y los resultados también fueron buenos. No importa realmente la edad, importa lo que hagas en las aulas. Cuando me llegó el momento, yo también me fui con treinta y cuatro años de Erasmus a Bélgica. Allí tampoco tuve ningún tipo de problemas, ni trato privilegiado. Cuando me licencié, con honores, habían transcurrido cinco años (planes antiguos) y se me antojaban cinco meses de lo mucho que disfruté en todo momento. Pienso que hacer una carrera, independientemente de la que sea, es una inversión personal de valor incalculable. Y la edad es casi lo de menos. Animo a cualquier persona que se lo plantee, que se decida. Ahora me dedico a la enseñanza y soy una mujer feliz y realizada.
Por motivos que no vienen al caso, me fui a Francia en el 91. Trabajé y estudié al mismo tiempo. Para encontrar un trabajo que me permitiera subsistir (buscaba en cualquier sector) envié docenas de C.V. respondiendo a anuncios de prensa. Para todos y cada uno de ellos recibí una carta formal rechazando mi ofrecimiento. Ya de entrada, los franceses son bastante más honestos y formales que por estos pagos. Finalmente conseguí un pequeño contrato y al terminar mi trabajo con aquella empresa, fui al organismo que gestiona los subsidios de desempleo. Para obtener esa ayuda, había que justificar documentalmente que estaba buscando trabajo y mostrar todas aquellas cartas recibidas de empresas que rechazaban mi solicitud de empleo. Igual, igual que aquí... En Francia, para percibir una ayuda del gobierno, tienes que presentar pruebas de que efectivamente estás buscando empleo. Que cada cual saque sus conclusiones.
En el 2001, me fui tres meses de cooperante a Bolivia (Santa Cruz, más concretamente) con una ONG. Esa ONG había construido una docena de escuelas, varios comedores escolares y participaba activamente de un pequeño hospital que una monja española gestionaba. Para los indígenas bolivianos que recalaban por allí, la atención sanitaria era gratuita. La gran mayoría de los que eran atendidos no tenía dinero. Pero con el mínimo de atención sanitaria, volvían curados a sus casas (los que la tenían).
Recuerdo dos casos concretos que viví en primera persona: el primero de ellos era el caso de una mujer que estaba embarazada de su séptimo hijo. Apenas tenía veintinueve años. Analfabeta. En su séptimo mes de embarazo, un curandero le había dado unas "hierbas" para que abortara. Ella no sabía ni de cuántos meses estaba. Había recalado en las urgencias por un fuerte sangrado vaginal. AL parecer, las hierbas habían hecho su efecto y el aborto estaba en marcha. Con gran peligro para la madre, la hicieron "parir" (vi luego el feto totalmente formado y muerto en una caja de zapatos) y se fue a las dos horas a seguir con su trabajo en un puesto de comida callejero.
El segundo caso fue el de una mujer que ya tenía cinco hijos. El más pequeño estaba gravemente enfermo. La asistente social de la ONG la había visitado y le había recomendado que acudiera al hospital para que trataran a su pequeño. No se le puede obligar a llevarlo. Sólo recomendarlo. No fue nunca al hospital. A los dos días cuando la asistente social de la ONG fue de nuevo a visitar a la mujer y al bebé enfermo a su choza, la mujer le dijo que lo había llevado al curandero y que lo había metido en el vientre de la vaca. EL niño falleció a las pocas horas. Nos quedamos todos muy afectados.
Son sus creencias. Es un método curiosamente muy extendido, y no solamente en Bolivia. Por más que uno les diga que no tienen que pagar nada en aquel hospital no se fían, no aceptan otros métodos que no sean los que han utilizado hace cientos de años, por más que a nosotros nos parezca una aberración.
Si le ha perdonado es que ha cometido un delito/falta. Si no, no se entiende. Por lo tanto es como reconocer que efectivamente era culpable de todo lo que se le acusó en su día. Se están echando ellos mismos piedras a sus tejados.
Si esta gentuza tuviera un mínimo de decencia personal y política, hace tiempo que habrían colgado los hábitos políticos.
Qué vergüenza ajena y bochorno me produce todo esto! Diosssss!!!!
Bueno, para aquellos que no conozcan Bolivia ni su cultura, decirles que el término "colla" se refiere a una de las dos etnias mayoritarias que conviven (es un decir) en este país andino. La otra es la etnia "camba". Unos y otros enfrentados por su particular forma de vida (los primeros tienen fama de trabajadores abnegados e incansables; a los otros les persigue la mala fama de borrachos, pendencieros y vagos.
#37 Milma 