Lo peor de todo es que cuando se les va la mano (casi todos los días) todo se queda en un simple "No pongamos a todos en el mismo saco" o "no todos son iguales"... Pero nada, todo sigue igual. Y todos los macarras de Catalunya saben que si quieren dedicar su vida a dar porrazos y hacer daño a la gente tienen un puesto de funcionario bien pagado esperándoles.