Y no se le cae la cara de vergüenza por hacerlo. Luego nos preguntaremos cómo las cosas han llegado al punto al que llegarán y que nadie hubiera deseado nunca...
Desgraciadamente, estos dirigentes que no dirigen más que para ellos mismos nos están dejando al pueblo pocas salidas. Arrinconados, cosidos a impuestos y tasas para cuya invención hace falta una imaginación diabólica, cada vez hay menos alternativas pacíficas.
A veces hay que quemar la aldea para salvarla.