Durante 10 meses en 2018, Ovalbek Turdakun estuvo preso en uno de los tristemente célebres campos de detención de China, donde fue torturado, sometido a condiciones horribles y a una vigilancia constante.
En una sala improvisada dentro del campo de detención en el que estaba recluido, a Turdakun no se le permitía hablar y se le hacía firmar papeles que no tenía tiempo de leer. Como antiguo estudiante de derecho, sabía que el tribunal no estaba siguiendo un proceso legal adecuado, pero a pesar de ello le dijeron que la decisión del tribunal le reportaría "grandes cosas" y que estudiaría y viviría gratis.
Turdakun tiene pasaporte chino y es de etnia kirguisa, uno de los varios grupos étnicos -incluidos kazajos, tayikos y uigures- que han sido acusados de cargos dudosos, si no inventados, y detenidos en vastos campos de detención en todo Xinjiang, región del noroeste de China donde viven la mayoría de los grupos étnicos. Pekín los llama centros de formación profesional y educativa y dice que son para combatir el extremismo islámico. Pero Turdakun es un cristiano que, según los investigadores, también ha sido objeto de ataques y detenciones arbitrarias por parte del Estado.
Los organismos de control de las Naciones Unidas afirman que China ha encarcelado a al menos un millón de sus propios ciudadanos en campos de detención en los últimos años, pero se cree que la cifra es mayor. El gobierno de Biden declaró que el trato de China a los uigures y otras minorías musulmanas era un "genocidio", aunque Pekín lleva tiempo negando las acusaciones de abusos contra los derechos humanos.
Turdakun sólo puede contar esta historia después de que las autoridades de inmigración estadounidenses les concedieran a él y a su familia la libertad condicional anticipada, un estatus migratorio temporal que les permite entrar en Estados Unidos, después de que los legisladores del Congreso presionaran en su favor. Turdakun, su mujer, Zhyldyz
Durante 10 meses en 2018, Ovalbek Turdakun estuvo preso en uno de los tristemente célebres campos de detención de China, donde fue torturado, sometido a condiciones horribles y a una vigilancia constante.
En una sala improvisada dentro del campo de detención en el que estaba recluido, a Turdakun no se le permitía hablar y se le hacía firmar papeles que no tenía tiempo de leer. Como antiguo estudiante de derecho, sabía que el tribunal no estaba siguiendo un proceso legal adecuado, pero a pesar de ello le dijeron que la decisión del tribunal le reportaría "grandes cosas" y que estudiaría y viviría gratis.
Turdakun tiene pasaporte chino y es de etnia kirguisa, uno de los varios grupos étnicos -incluidos kazajos, tayikos y uigures- que han sido acusados de cargos dudosos, si no inventados, y detenidos en vastos campos de detención en todo Xinjiang, región del noroeste de China donde viven la mayoría de los grupos étnicos. Pekín los llama centros de formación profesional y educativa y dice que son para combatir el extremismo islámico. Pero Turdakun es un cristiano que, según los investigadores, también ha sido objeto de ataques y detenciones arbitrarias por parte del Estado.
Los organismos de control de las Naciones Unidas afirman que China ha encarcelado a al menos un millón de sus propios ciudadanos en campos de detención en los últimos años, pero se cree que la cifra es mayor. El gobierno de Biden declaró que el trato de China a los uigures y otras minorías musulmanas era un "genocidio", aunque Pekín lleva tiempo negando las acusaciones de abusos contra los derechos humanos.
Turdakun sólo puede contar esta historia después de que las autoridades de inmigración estadounidenses les concedieran a él y a su familia la libertad condicional anticipada, un estatus migratorio temporal que les permite entrar en Estados Unidos, después de que los legisladores del Congreso presionaran en su favor. Turdakun, su mujer, Zhyldyz
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