Queridos españolitos del norte: aquí, en las extremaduras, somos tan ibéricos como los que más. Y, por cierto, mucho más a favor del uso y desarrollo del software libre que cualquiera de las otras autonomías, tanto a nivel de usuarios como a nivel administrativo. Ejemplos de ello son: Gambas, LinEx, AptZilla, los susodichos mirrors de Ubuntu, el CIRL en el campus cacereño (cirl.unex.es/), etc. Otras comunidades han hecho menos (nada en muchos casos) por el software libre y su implantación en nuestro país. ¿Para cuándo una distro en euskera, de lo que se beneficiarán menos de un 1,5% de la población de España? Oh, perdón: existe Dinux. Pero no aporta nada además del idioma, que como ya he dicho, no es una contribución significativa al mundo de Linux. Mientras tanto, los afriqueños seguiremos trabajando. Por cierto: la última conferencia internacional de software libre (www.opensourceworldconference.com) se celebró en Badajoz, Extremadura. Me pregunto por qué Stallman prefiere venir a vernos a nosotros, los linuseros tercermundistas, antes que a los punterísimos españoles de otras regiones. Un saludo desde el Sáhara castúo.
Estas cosas no pasan en nuestra querida España. Será por que no lo tenemos tan fácil para acceder a las armas de fuego, porque el mal rollo con los compañeros no pasa de los partidos de fútbol o las discusiones sobre el juicio del 11M, o quizá será porque estamos demasiado ocupados intentando llegar a fin de mes sin tener que recurrir a la prostitución. Sea como fuere, aquí no pasa, ni con esa frecuencia ni con ninguna. El fenómeno mediante el cual los estadounidenses de a pie se convierten en los ejecutores de sus vecinos y colegas se conoce como "volverse postal", precisamente porque varios de los casos más tempranos de esta forma de violencia se dieron entre los empleados de las oficinas postales del citado país; todos recordaréis (los que no padezcáis de Alzeheimer severo) el caso de Cho en Virginia, hace menos de una semana, o el del instituto Columbine, documentado en la famosa película de Michael Moore. Muchas cosas relacionan los distintos sucesos, como es el empleo de armas de fuego, la pasmosa facilidad con que los asesinos eluden las medidas de seguridad o el suicidio como final más común de estas amargas rabietas.
Aquí, en España, que va bien, por cierto, estas cosas no pasan. No, pasan otras igual de graves. No sean necios y no miren tanto la paja en el ojo ajeno, que aquí también tenemos mucho de lo que arrepentirnos y mucho que cambiar. Hablo concretamente de la violencia sexista. No pretendo quitarle peso a lo que tan a menudo ocurre en los EEUU; simplemente, hacerles ver que aquí también tenemos bestias que caminan entre los hombres y pasan como tales. Y sus actuaciones ocurren, al igual que en los estados, con más frecuencia de la deseada. La última víctima muerta a manos de su pareja era una chica de 23 años, asesinada esta madrugada en Madrid, supuestamente por el que era su pareja. Más aquí: www.elpais.com/articulo/sociedad/Muere/joven/calle/recibir/brutal/pali