En los años noventa, tres representantes de los trabajadores de una empresa que llevaban varios meses en huelga fueron discretamente invitados al palacio de la Moncloa para reunirse con el ministro de Fomento. Al llegar a la puerta el policía nacional que estaba de guardia les hizo el saludo militar. El sindicalista que iba delante retrocedió y se cubrió la cara con el brazo. “Pensé que me iba a soltar una hostia”, me contó después.
Me ha pegado una amplia variedad de fuerzas y cuerpos de seguridad: nacionales –normales, antidisturbios y secretas–, municipales, policía militar, guardia civil, seguretas de varias empresas e incluso el servicio de orden del SOMA-UGT (uno de los motivos por los que no comparto el entusiasmo generalizado por la minería). Por el momento me he librado del hecho diferencial y los monos de escuadra y la txakurrada aún no me han aporreado.
Uno de los muchos efectos positivos del 15M ha sido cuestionar la imagen hegemónica de la policía y difundir un retrato más acorde con la realidad: abusones de patio de colegio con placa y pasados de anabolizantes. Aún así, me voy a permitir romper por un momento este clima de consenso y armonía. NO OS QUEJABAIS TANTO CUANDO SÓLO NOS PEGABAN A LOS DEMÁS.
No lo digo por rencor. Bueno, sí. Pero es verdad que mucha gente cree que la policía ha sufrido una mutación demoníaca en el último año. Que han recibido instrucciones detalladas desde el lado oscuro de la fuerza para apalear a probos ciudadanos. Los heroicos cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, que luchaban contra el terrorismo y rescataban gatitos de los árboles, se han convertido en matones con licencia de armas.
Breaking News: La policía agrede indiscriminadamente, se infiltra en las manifestaciones, tortura en comisaría e inventa pruebas en los juicios. Siempre lo ha hecho. Resulta que ese su trabajo.
Sí, vaya puta mierda de trabajo. Pero a algunos les gusta. A veces hablo con gente convencida de que nadie puede disfrutar mandando al… » ver todo el comentario
Me ha pegado una amplia variedad de fuerzas y cuerpos de seguridad: nacionales –normales, antidisturbios y secretas–, municipales, policía militar, guardia civil, seguretas de varias empresas e incluso el servicio de orden del SOMA-UGT (uno de los motivos por los que no comparto el entusiasmo generalizado por la minería). Por el momento me he librado del hecho diferencial y los monos de escuadra y la txakurrada aún no me han aporreado.
Uno de los muchos efectos positivos del 15M ha sido cuestionar la imagen hegemónica de la policía y difundir un retrato más acorde con la realidad: abusones de patio de colegio con placa y pasados de anabolizantes. Aún así, me voy a permitir romper por un momento este clima de consenso y armonía. NO OS QUEJABAIS TANTO CUANDO SÓLO NOS PEGABAN A LOS DEMÁS.
No lo digo por rencor. Bueno, sí. Pero es verdad que mucha gente cree que la policía ha sufrido una mutación demoníaca en el último año. Que han recibido instrucciones detalladas desde el lado oscuro de la fuerza para apalear a probos ciudadanos. Los heroicos cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, que luchaban contra el terrorismo y rescataban gatitos de los árboles, se han convertido en matones con licencia de armas.
Breaking News: La policía agrede indiscriminadamente, se infiltra en las manifestaciones, tortura en comisaría e inventa pruebas en los juicios. Siempre lo ha hecho. Resulta que ese su trabajo.
Sí, vaya puta mierda de trabajo. Pero a algunos les gusta. A veces hablo con gente convencida de que nadie puede disfrutar mandando al… » ver todo el comentario