Todo empezó con el "tamayazo", una maniobra tan burda (estilo pepero) que nos hacía intuir que había mucha mordida por trincar. No sé cuanto se llevaron los dos del psoe que se atrevieron a la pantomima del partido del trébol(no puedo recordarlo sin escojonarme), pero viéndolo con perspectiva, cualquier soborno era una bicoca para los que se lo han estado llevando... las cifras entre Gürtel, esto y lo de más allá, marean.
Tengo el libro y lo encuentro totalmente razonable. Ella deja claro que ha seguido los tratamientos "convencionales" (quimio) para atajar su enfermedad, pero a partir de ahí argumenta como nuestro propio cuerpo a través de lo que comemos, lo que quemamos, lo que respiramos, lo que sentimos, es capaz de anular o minimizar por el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunitario, la degeneración de las células. Propone una dieta con muchos vegetales, pero no vegetariana... no es esotérica ni sectaria.
Grandísimo Jan!!! Yo que crecí con Zipi y Zape, Mortadelo, Pepe Gotera y Otilio... cuando descubrí a Superlópez fué mi enganche definitivo al mundo del cómic. Los vuelvo a leer año tras año y siguen frescachones y divertidos, sin envejecer lo más mínimo, con ese humor tan blanco, tan tierno...
Pequeño comentario para hacer honor a mi nick, que ha nacido de la profunda admiración por este cómic.
Me gustaría saber la cifra de producción de plásticos a nivel mundial, porque intuyo que tiene que ser alucinante...sólo hay que multiplicar nuestro consumo particular por miles de millones de seres en este planeta y da miedo. No necesito cifras alarmantes, lo veo a diario en nuestro estilo de vida. Es una cuestión de espacio, ya no hay sitio para tanta mierda,no hay donde meter lo que se acumula y lo que se sigue produciendo. Los mares son muy grandes y de momento no lo percibimos como un gran problema, pero es como meter la basura debajo de las alfombras, no la ves, pero está en tu casa.
La avaricia de nuestros sistemas económicos esquilma y ensucia nuestro planeta, sólo la toma de conciencia que lleve a un consumo más sensato puede parar esto.
La desesperanza nos invade a todos, es absurdo culpabilizar a los mayores o a los jóvenes de nuestros desastres. Esa energía que derrochamos en reproches y enfrentamientos deberíamos guardarla para ser más exigentes con nuestros gobernantes y con nosotros mismos, para no permitir nunca mas lo que ha pasado y está pasando en este país.