Excelente. Tan solo puntualizar que no solo fueron Scott y otros cuatro al Polo; esos fueron los que murieron. El grupo era más numeroso e iban regresando a medida que los campamentos de provisiones se iban creando. Solo hasta última hora se supo quiénes iban a formar parte del grupo del polo (que en principio iban a ser 4 incluyendo a Scott y no 5 como fue al final). Con Scott inicialmente fue Apsley Cherry-Garrard, autor de "El peor viaje del mundo" que os recomiendo encarecidamente.
Si fuera complementario a los triángulos me parecería genial, pero sólo está pensado para autovías o carreteras con largas rectas y visibilidad, para que se vea de lejos. En carreteras con curvas es muchísimo mejor y más seguro el uso correcto de los triángulos, por que avisan del peligro antes de verlo y te puedes anticipar y estar alerta.
Y lo de que "ya no se puede caminar por la vía o el arcén para colocar los triángulos" es un sin sentido. Si sales a pasear, correr, etc. por la carretera bien, si se te ha estropeado el coche ya no puedes andar por la carretera. O se puede o no se puede. Y si se puede, pues en según qué zonas mejor poner triángulos bien puestos que la dichosa luz que sólo la ves cuando estás encima del coche, que por eso mismo se implantaron los triángulos.
#0#5 Este asunto viene de largo. Este artículo de El País es de 2010 y cuenta como se lo montaban para demandar y estorsionar a los internautas. El invento funcionaba y se trataba de mucho mucho dinero: elpais.com/diario/2010/09/17/tentaciones/1284747778_850215.html
Señoría, el acusado se baja porno
la industria del porno se ha aliado con su compañero de cama menos probable: los juzgados. Los tribunales de Estados Unidos han recibido en el último mes unas 1.200 demandas contra usuarios que se han bajado títulos que van desde el clásico de 1978 Debbie does Dallas al gay Asalto anal. Y se preparan otras tantas para el mes que viene.
La culpa la tiene John L. Steele, un abogado de Chicago de 39 años al que se le dibujó el símbolo del dólar en los ojitos en cuanto habló con unos amigos que producían porno para la Red: "Me enseñaron un vídeo que acababan de subir a su web de pago y, a la hora, se lo habían bajado ilegalmente 250 personas", recuerda. "Todos querían llevar a los piratas a juicio", explica. "Pero ninguna compañía les iba a apoyar. Si representas a Coca-Cola, no quieres representar a una página porno. Así que dije: 'Pues me dedico en exclusivo a ellas. ¿Me vas a mirar mal? Pues adelante".
El problema está en a quién demandar. Si denuncias a las webs de streaming (reproducción online), estas se cambian de nombre y siguen con lo suyo. ¿A los usuarios? Ya lo intentó la industria de la música y terminó llevando a juicio a gente que no se había bajado nada. A no ser, claro, que se perfeccionara la técnica. "Contraté a un equipo de informáticos para que me diseñaran un software infalible para identificar qué IP [el número que identifica la conexión a Internet que usa cada ordenador] se bajaba qué vídeos usando qué torrents. Mi socio, Paul Hansmeier, les asesoró legalmente para que las pruebas que recabaran pudieran servir ante un juez. Que podamos decir: 'Su señoría, este hombre se ha bajado este porno en tal ordenador a tal hora'. Con las demandas puestas, es cuestión de que los proveedores de Internet revelen a quién corresponde cada IP".
Mientras perfeccionaba el software empezó a captar adeptos. Steve Jones, por ejemplo, estaba dando una charla sobre piratería en el congreso de porno Cybernet Expo cuando le hablaron del milagroso programa. Otrora magnate del porno gracias a siete webs en las que ponía sus cuatro escenas al mes a la razón de 1.000 dólares cada una, este hombre había convertido, en 2006, a la actriz Jordan Capri en la mejor pagada de la Red al comprarle el vídeo de su noche de bodas por una cantidad tan impúdica como el vídeo. "Superaba de lejos los 10.000 dólares, las ganancias de una actriz en medio año", recuerda. Resultó ser el vídeo más visto del año... por piratas. Hoy se plantea cerrar su empresa, LightSpeed Media, de siete personas, el año que viene. "Llamé a Steele enseguida".