Lo triste de personajes de este calibre es que se tengan que hacer notar por estupideces como ésta. El pobre hombre tenía que destacar y no sabía como hacerlo, más que poniendo en riesgo a gente que no sabe ni quiere saber de las extravagancias de elementos semejantes. Asusta ver la cantidad de admiradores que tienen historias como Gumball o Canonball, caprichos de niños ricos que con el poder del dinero se sienten amos de su vida y de la ajena. En definitiva, lamentable.
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