Joder, que manera más sutil de hacernos creer que es comparable el sistema de esclavitud laboral de Ubr o Deliveroo a las tradicionales venta por puerta de toda la vida. Y es que hay una gran diferencia. Mientras estos nuevos trabajos se las jactan de colaborativos y obligan a estar al trabajador durante horas al pie del cañón bajo amenaza de que no les envien mas trabajo a través de su App, lo que hace este ejército de mujeres (y un puñado de hombres en otros productos), es un trabajo voluntario. Van a comisión cuanto más trabajan mas ganan, como un comerciante cualquiera, y si no trabajan menos, no les quitan el producto de las manos ni las eliminan de una App.
Es muy diferente la felicidad de una trabajadora de la Thermomix o el tuppersex o incluso del famoso Herbalife, que los animos de un tipo que van en bici bajo cualquier condición meteorológica, trabajando en horas y fines de semana que todo el mundo ya está en casa descansando, y cobrando una miseria por cada envio. Ah! Y jugándose el pellejo entre el tráfico de la ciudad.