#19 Ya te digo. Yo estuve un día de visita en Madrid y tenía que coger un autobús de la EMT para ir a visitar a un amigo. Esto era antes de los tiempos del Piso Bajo, así que a cada maruja que subía había que preguntarle si necesitaba un empujón de ayuda o si por el contrario lo consideraba un acoso sexual en toda regla.
Bueno, al caso: subió en mi parada una señora mayor con un transportín para gatos. El conductor (que debía de ser del Atleti) estaba escuchando un partido en la radio. No recuerdo contra quién jugaba pero sí sé que era un partido importante. A esto que marca el Atleti y el hombre empieza a gritar ¡GOOL! en medio de la Castellana. Unos chicos que estaban sentados al fondo empiezan a gritar también ¿GOL? ¿¡GOOL!? ¡GOOOOL! y empieza a armarse un revuelo muy majo en el autobús.
Sin embargo resulta que estábamos pasando junto al Santiago Bernabeu en ese momento, y la señora mayor empezó a llorar. Antes de que pudiésemos reaccionar, había abierto el transportín, del cual salió un enano que se puso a cantar la Internacional en ruso (creo). No pude dormir esa noche, y a la mañana siguiente empezó la Guerra del Golfo. No volví a coger un autobús de la EMT.
#3 Estoy seguro de que todos estaríamos de acuerdo. Sin embargo no pienses que es tan sencillo, ya que hay todo tipo de trabas. ¿Has tenido en cuenta cuenta el artículo 612 del Código Civil?
Os voy a contar una historia verídica que le pasó a una vieja amiga mía, que creo que viene a cuento. Mi amiga solía veranear en Palma de Mallorca, donde al parecer son muy frecuentes los tornados (dicen que casi tanto como en el Medio Oeste estadounidense, aunque sean menos intensos). Sería por finales de julio o agosto que estaba tumbada en la playa disfrutando del día con el chico que por aquél entonces era su noviete. Le había conocido en el festival de cine de Cannes, donde ella iba con una invitación de un actor secundario (no me acuerdo de quién) y él estaba saliendo con una de las periodistas que iban a cubrir el evento.
El tema está en que el día de repente se puso tremendamente tormentoso y tuvieron que recogerlo todo y meterlo al coche. No les dio tiempo a recoger las toallas antes de que saliesen volando. A mi amiga le dio mucha rabia, porque eran recuerdos de sus vacaciones en el Caribe hace un par de años.
Mientras recogían apresuradamente se puso a llover, así que se fueron a casa donde mi amiga preparó una tortilla de patatas. Sin embargo, no se le ocurrió otra cosa que ponerla en la ventana a enfriarse. Fue en ese momento cuando una abubilla se puso a picotear las cejas de su novio.
Mi hermana vio venir el coche de Street View y se puso a saludar. El del coche era rubio, pero le devolvió el saludo. Un día va a ocurrir una desgracia, ya veréis.
#1#3#7 Yo más bien diría que Zapatero está balanceándose sobre una pierna mientras una abubilla le picotea las cejas. Los banqueros vomitan agradecidos, pero desearían que fuera una alondra.