¿Es "normal" "recibir"? Alucino un poco. Aun en el peor de los casos, el que tú (18) afirmas tan categóricamente, el de que hayan ido buscando "recibir": Si yo te saco la lengua, te insulto, te grito "pégame", la última palabra la tienes tú, serás tú quien decida hacerlo o no, máxime si, supuestamente, tu función es protegerme y no agredirme. Si me agredes, tendré derecho a denunciarte y tú a defenderte de mi denuncia. Y de eso se trata: de denunciar los abusos de quien, por su profesión, formación, y desequilibrio favorable de poder, debería hacer un ejercicio de contención.
Lo que dice el 103 (no sé citar), y que en la práctica ya se realiza sin intervención de la justicia (desistir o incluso no desear que la pareja se haga cargo de un hijo no deseado por ésta), no sé si jurídicamente sería posible, ya que el posible derecho del padre a desentenderse del niño entraría en conflicto con derechos fundamentales del niño. No sé, quizá habría alguna forma de articular ambos.
¿Plenamente correcta e impecable? Pues hemos visto imágenes grabadas por esos reporteros agredidos también, y que, según los sindicatos, deberían haber actuado como los monos japoneses (ver-oír-callar), en las que aparecen armas prohibidas, golpes prohibidos, actuaciones temerarias,... eso sin entrar en juicios de valor, limitándonos a la legalidad vigente que es la que ellos supuestamente estaban haciendo valer...
Hum... ¿el doctor Pablo Barreiro no fue aquél que, en esa misma revista, Alba digital, de ideología definida, participó en un artículo -hoy retirado e irrecuperable- sobre los "riesgos" que entraña ser homosexual?
#9 Espero que no sea así, porque, en este caso, desde el gobierno, si bien de forma tibia aún (todavía espero que se actúe al respecto), la respuesta no ha sido en absoluto la de los sindicatos.
¡Por supuesto! todo debería haber transcurrido, según UGT (no es que piense que es el único que se pronuncia al respecto, es que es al que he escuchado repetidamente en televisión haciendo una defensa a ultranza de la actuación policial, carente de la más leve crítica), con la complicidad de los medios y la sumisión de los agredidos ¡¿pero de qué van?!
En teoría, la policía debería haber estado allí evitando, por ejemplo, el que, producto de la aglomeración, se produjese algún accidente, y no provocándolos, acorralando a la gente en callejuelas y agrediendo a diestro y siniestro, como si les fuese la propia vida en la defensa del plan Bolonia contra el que los manifestantes protestaban. ¿Por qué en otras manifestaciones no se producen hechos como éstos? ¿Porque los manifestantes son más educados o porque la policía no se presenta allí como frente de guerra? ¡Vamos, hombre, que encima deberíamos callarnos todos! La siguiente declaración sindical será para recriminar al pueblo el que no haya aplaudido esas cargas desproporcionadas, con armas ilegalizadas por Interior y procedimientos que contravienen el propio reglamento policial. Si todos esos sindicatos defienden tales actuaciones, espero que en la próxima manifestación que convoquen ellos mismos, la policía les aplique la misma "medicina", y espero ver cómo ellos callan e incluso alaban, desde la cama del hospital, el celo policial en el cumplimiento de su trabajo.
Ayer ocurrió un milagro. Uno de los más maravillosos y conmovedores que he presenciado en mi vida. Las células-madre del cordón umbilical de Javier salvaban a su hermano Andrés, de 7 añitos, de la condena a la que había estado sometido desde su nacimiento, de la tristeza propia y ajena de ver un preso en vida que no ha cometido otro "delito" que nacer, un reo sin infancia. Ayer terminaba esa pena (emicional y carcelariamente, pena): El milagro de una vida salvaba otra vida.
Pero a ciertos sectores esos milagros no les interesan. No hacen negocio con ellos, como hacen con las fraudulentas apariciones de la virgen en el Escorial. Son milagros que no les benefician económicamente y, por tanto, no sólo no los consideran tales, sino que apelan a la ética del embrión que ha tenido que sacrificarse para que dos niños vivan.
Voy a poner fácil la réplica: Quizá, si a estos apologetas de la vida, de tres al cuarto, les pasasen las facturas médicas de los embriones igualmente condenados por la herencia genética, hoy desechados, y que ellos (eso dicen) no habrían dudado en salvar, quizá si apelásemos a sus bolsillos, su percepción acerca de lo que es y no es un hecho milagroso cambiaría.
Y ahora voy a ponerlo más difícil: Vamos a suponerles incluso ese buen fondo, vamos a suponerles esa ética suprahumana de la que presumen y vamos a creer que estarían dispuestos a sostener económicamente todo ese coste. ¿Estarían, también, dispuestos personalmente, a abonar todo el coste emocional? ¿Pasarían sus vidas en el hospital, intentando hacer que la infancia de Andrés fuese lo menos geriátrica posible? ¿Abandonarían toda actividad que no fuera la de conseguir arrancar una sonrisa a Andrés? ¿Conseguirían, como a duras penas hacen sus padres, olvidarse de las fracturas de corazón cada vez que observan la vida que lleva y la vida que le espera, en aras de la felicidad del niño? ¿Se olvidarían de volver a ver otro entorno que el hospitalario?
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