Cuando una persona ha sido denunciada falsamente, se ve inducida a un procedimiento judicial lento, tedioso y aterrador.
En la mayoría de los casos, gracias a la presunción de inocencia y de un sistema judicial justo, acaban siendo desestimadas.
Pero es un proceso tan largo y cansino, por no hablar de la minuta de los abogados, que cuando acaba lo último que quiere es iniciar más acciones legales y meterse en más fregados.
En teoría, en casos donde la denuncia falsa es flagrante, se supone que se denuncia de oficio al denunciante en falso, pero eso en la práctica ocurre excepcionalmente y no es la regla, como creo yo que debería serlo.
O al menos que no fuera tan excepcional.
Dicen que la justicia es igual para todos, pero yo añadiría una coletilla:
“Siempre y cuando puedas pagarla”