Las páginas de frases de motivación están que lo petan últimamente (perdonen el coloquialismo). La última que he leído: "Me encantan las personas que ante un problema buscan la solución y no el culpable". Tenía chorrocientosmil me gustas. Y si no me pongo a pensar más de 5 segundos en esa cita (creo que de La Vecina Rubia) yo también diría que muy bien por ella. Pero a partir del sexto segundo ya empiezo a preguntarme otras cosas. ¿Es que vas a juzgar a una persona y te va encantar solo por eso? Piensen hipotéticas situaciones. ¿Y si el problema es que le han jodido el desembarco de cocaína y ahora la solución es buscar otro puerto extorsionando a un montón de gente? ¿Te sigue encantando esa persona? Pues así, todo. Hay frases que tienen chispa, pero tomarlas al pie de la letra es peligroso y dejarnos llevar por el exceso de motivación -si quieres, puedes- puede llevarnos más al precipicio que a la meta. Pero así es, en un mundo que cada vez piensa menos y busca la recompensa a corto plazo, aquel que es capaz de lanzar frases de este tipo cual metralleta, tiene seguidores, da charlas y vende libros.
Miren, cuando estoy leyendo un libro y leo una buena frase, me suelo detener, la releo, a veces la medito y hasta la anoto, pero solo queda como una cita literaria. Pero más allá del momento puntual, mis padres me enseñaron siendo muy pequeño que el único camino para conseguir las cosas es el trabajo, algo que yo mismo he comprobado con el tiempo, al menos es así para los que somos pobres. Si quieres, puedes, pero debes estar dispuesto a invertir toneladas de esfuerzo, solo así puede que puedas.
Incluso dando todo lo que esté en tu mano es posible que te la pegues. Este sábado ha sido localizado cerca de las Azores el cuerpo sin vida de Jean-Jacques Savin. El 1 de enero partió desde el sur de Portugal para atravesar el océano Atlántico en una embarcación a remo. No era el primer reto de estas características al que se enfrentaba este exmilitar paracaidista. En 2019 ya atravesó el Atlántico en un barco con forma de barril impulsado por el viento en una travesía de cuatro meses. Pero claro, ¡tenía 75 años! Buscaba burlarse de la vejez, parecía la hazaña perfecta, pero no la contará. Siento mucho lo de este hombre, pero nos hace recordar que las heroicidades pueden salir caras. No hablo solo de este tipo de hazañas, también de montar una empresa, realizar una inversión, comprarnos el coche que no podemos permitirnos, correr una ultramaratón, ganar el Premio Planeta o declararnos a la chica más guapa. Por favor, no confundan la vida con el cine.
¿Y qué me dicen de esos que lo tienen todo y terminan con final fatal? Incluso consiguiendo los objetivos que una persona se haya marcado también pueden quedar vacíos. La vida es tan amplia, tiene tantos recovecos y aristas, la mente humana es tal desconocida, que todo tiene cabida.
Todo, lo bueno y lo malo, puede convertirse en un problema. No estoy hablando de que tengamos que conformarnos con lo que tenemos, pero sí de atrevernos a ser felices con lo que hoy está al alcance de nuestra mano. Todo lo demás son solo posibilidades que pueden convertirse en realidad, sí, pero que hoy solo hacen quitarnos el sueño. Pelea, pero no te confundas a la hora de dar valor a lo realmente importante. No me simplifiquen la vida con cuatro frases y no me hagan creer que todo es perfecto como en las cuentas de Instagram. Salgan a la calle y muerdan el polvo. Si quieren algo, dediquen horas, días, semanas y meses de trabajo. Pero tengan en cuenta que la cosa podrá salir bien, mal o regular y que lo único seguro es lo que tú eres ahora, en este justo instante.
Comentarios
Tampoco se puede resumir la vida en un artículo. Y en una cosa no estoy de acuerdo, la vida no es como el cine, el cine es como la vida. No hay nada en el cine que no sea parte de nuestro mundo o una proyección de lo que somos. Muchos asumen en su cobardía y su mansa docilidad, que su sentir es el común, o el "bueno", o el que debiera. Es el suyo propio y el sensato, y son incapaces de dar un paso a la acción bajo un marco de alienación mental. Quizás muchas veces un tipo de pensar promovido por la comodidad egoísta, una incómoda comodidad y el mirar hacia otro lado cuando se trata de estimar qué es lo justo y oportuno. La clásica ceguera selectiva de todo está bien mientras a mí no me salpique. A veces son estrategias interesadas del poder para mantener el status quo y el privilegio a costa de los de siempre.
La historia está llena de hechos y sucesos espectaculares, también trágicos por supuesto. Pero las tragedias también pueden ser invisibles como la resignación en la rutina a la que te precipita el sistema, la explotación y humillación de este con los individuos, la manipulación sofisticada a la que estamos sometidos para ser consumistas y esclavos productores para el beneficio de los mismos. Vivimos en unos tiempos donde se reclama gestión emocional como herramienta de transigencia y resignación ante problemas que tienen solución, pero para los que arreglarlos y dar ejemplo hay que bajarse al barro. Problemas los cuales la mayor parte de las veces está provocado por otros y tienen solución. Nos reclaman trabajo duro cuando está más que demostrado que la sociedad no recompensa el esfuerzo, obviando todo el espectro real de fenómenos que se dan con el cual muchos consiguen sus propósitos, a veces sin mover un dedo.
Lo lógico no es seguir una frase a rajatabla, sino ver cómo encaja en tu vida y el sentido que puede tener en ella. Quizás hasta en un momento puntual, pero tenerla, sin duda la tiene, y siempre estarán sujetas a la libre interpretación. El problema viene también de la cultura del éxito, de lo que se interpreta tanto de éxito como de fracaso. A mí ese hombre a pesar de su desenlace, no fracasó, su éxito fue superar la resignación y ser lo suficientemente fuerte como afrontar sus miedos. Quiso demostrar que el edadismo, la gerontofobia, son mitos. Lo consiguió, porque aunque no consiguiera su propósito, demostró que aun se tiene un impulso vital y de superación como si estuviera comenzando a aprender en la vida, eso se llama humildad y ganas de ser mejor. Los accidentes y la mala suerte no pueden cohibir los buenos propósitos y las buenas intenciones.