Como el karma está para gastarlo, en este artículo voy a defender una posición impopular para muchos meneantes pero, desde mi punto de vista, indudablemente cierta. Empezaré mostrándoos los siguientes vídeos, todos ellos de Siria:
-Manifestación en la capital provincial de Hama, 2011 x.com/ahmadal_shame/status/1284016750816907266/video/1
-Manifestación en la capital provincial de Homs, 2012 x.com/ward_alyafe/status/1864986054094188557/video/1 y x.com/OKAreporter/status/1863979536028750223/video/1
-Manifestación en Daraya, 2011 x.com/waelwanne/status/1120300911333715969/video/1
-Manifestación en la capital provincial de Daraa,2011 x.com/StillThere2011_/status/1396634672315211777/video/1
-Manifestación en la Universidad de Alepo, 2012 x.com/RamiSafadi93/status/1730385974268404091/video/1
-Manifestación en Duma, 2012 x.com/ThomasVLinge/status/982998942463025153/video/1
Podéis encontrar cientos de vídeos de otras ciudades sirias entre 2011 y 2012 buscando en twitter o en cualquier medio de comunicación. Así empezó la guerra en Siria. No eran malvados mercenarios controlados por la CIA. Eran millones de hombres y mujeres (juntos y revueltos en las mismas protestas, por entonces no había islamismo radical) que querían libertad política, condiciones de vida dignas y el fin de la asfixiante omnipotencia del partido Baath, que en la práctica ejerce como partido único de Siria, y del dominio del clan Assad (primero el dictador padre, luego el dictador hijo, siempre ganadores con más del 90% de los votos en las "elecciones" presidenciales) sobre el país durante más de 60 años.
En Siria no pasó nada distinto de lo que sucedió en la primavera árabe tunecina, y podía haber acabado como allí: renuncia del dictador, legalización de los partidos de la oposición y convocatoria de elecciones libres. Pero en Siria, a diferencia de Túnez, el ejército se mantuvo leal a Assad y comenzó a reprimir a tiros las protestas. Esto dio lugar a las primeras deserciones de militares, que acabaron siendo importantes, y el nacimiento de las guerrillas que convergerían en las FSA, y que llegaron a poner contra las cuerdas a la dictadura de Assad. Por entonces la oposición armada a la dictadura era genuinamente siria, fundamentalmente laica y firmemente comprometida con la democratización del país. Y, de no haber intervenido ningún agente extranjero, habrían derrocado al dictador.
Pero Irán y Rusia decidieron apuntalar a Assad enviando aviones de guerra rusos y decenas de miles de milicianos proiraníes. De otro lado, ciertos países del Golfo decidieron financiar guerrillas islamistas (como Frente Al Nusra) que, a medida que aumentaba el sufrimiento de los sirios y Assad recuperaba terreno a costa de reducir a escombros ciudades con los aviones rusos, tomaron un mayor protagonismo en la lucha contra el dictador. Para colmo, el ISIS (que controlaba la mitad de Irak por entonces) decidió entrar en Siria y, matando a miles de rebeldes y soldados assadistas, ocupar un tercio del país (su parte este). De hecho, el ISIS ha matado muchos más rebeldes que soldados y milicianos pro Assad, pues los veía más vulnerables y consideraba más fácil ocupar su territorio.
En esta tesitura llegamos al periodo 2019-2020, en el que Assad logra derrotar a los grupos rebeldes (islamistas como gran parte de los de la zona de Idlib, y no islamistas como los de Homs, Daraa o Quneitra) y al ISIS gracias a la imparable potencia destructora de los aviones rusos y a las decenas de miles de milicianos proiraníes (afganos, libaneses e iraquíes). La inmensa mayoría de rebeldes, familiares de éstos y opositores políticos a Assad, son deportados en autobuses verdes a una pequeña franja de terreno en el noroeste de Siria que permanecerá bajo control rebelde (en el oeste de esa zona predominará HTS, de corte islamista, y en la zona central el SNA o Ejército Nacional Sirio, más laico y apoyado por Turquía). Hablamos de millones de personas de toda Siria hacinadas en una pequeña franja de terreno, hasta el punto de que Turquía tuvo que abrir sus fronteras y admitir a una parte de ellos en campos de refugiados del territorio turco.
Por su parte, EEUU se queda con el noreste del país a través de su grupo afiliado SDF (fuerzas democráticas de Siria), principalmente compuesto por kurdos, y el único grupo (junto a una pequeña tropa rebelde en la zona de Al Tanf) que, de verdad, recibe apoyo norteamericano. Y el resto de Siria, se la queda Assad, apuntalado por Rusia e Irán que mantendrán sus fuerzas (aéreas y navales en el caso de Rusia, milicianas en el caso de Irán) para evitar nuevas sublevaciones. Mientras que Rusia mantuvo todas sus fuerzas áereas y navales en las bases de Hmmeim y Tartus, gran parte de los milicianos proiraníes se retiraron tras el fin de la guerra, aunque un buen remanente permaneció en el país. Honestamente, pensaba que todo acabaría así.
Hace dos semanas los rebeldes del SNA y de HTS (junto con el resto de rebeldes deportados al norte) lanzaron una ofensiva en dirección a Alepo, segunda ciudad del país. Estaba convencido de que los aviones de Putin les barrerían y Assad usaría esto como excusa para tomar el noroeste del país. Milagrosamente, su avance fue imparable y meteórico: en pocos días habían tomado la enorme Alepo, que solamente pudieron ocupar parcialmente durante la primera rebelión a costa de perder miles de hombres y que fue arrasada por los aviones rusos en el marco de una cruentísima batalla que duró años y acabó con la derrota rebelde. Ahora, reitero, la estaban ocupando prácticamente sin pegar un disparo. Las tropas de Assad se retiraban en masa y rechazaban luchar.
Pero los rebeldes no pararon en Alepo. Tras tomar toda la provincia y también la parte que no ocupaban en la de Idlib. bajaron a la de Hama y en menos de una semana ya ocupaban la capital provincial. Los propagandistas de Assad decían que la batalla de Hama (ciudad donde el padre de Assad mató en los años 80 a más de 10.000 opositores por rebelarse contra él) sería la madre de todas las batallas. Sólo duró dos días. Tras ello, los rebeldes se lanzaron a por Homs, capital provincial que es la puerta de Damasco. Ahora mismo ya ocupan sus barrios del norte.
Simultáneamente, en el sur de Siria las provincias de Daraa y Sweida se han levantado contra Assad. En un día, la capital provincial de Daraa (donde comenzaron las protestas contra Assad en 2011) ha caído en manos rebeldes, al igual que la de Sweida. Las tropas assadistas desertan por cientos, y los que no se repliegan a Damasco. En el este, las capitales provinciales de Deir Ezzor y Hasaka han sido entregadas a las SDF kurdas, y la bolsa de rebeldes que ocupaba la zona sureña de Al Tanf avanza hacia Palmira.
En todos estos lugares, las tropas assadistas dejan abandonados toneladas de armas, cientos de tanques y aviones Mig (especialmente en los aeródromos de Hama y Kweires), que los rebeldes toman gustosos.
Si cae Homs, Assad sólo controlará Latakia (provincia donde viven los alauies, clan minoritario al que él pertenece), Tartus y Damasco, quedando éste rodeado por dos flancos (rebeldes del norte y rebeldes del sur, que ahora mismo compiten por ser los primeros en alcanzarlo). Tácticamente, es un suicidio permitir que ambos grupos te cerquen y puedan unirse para asediarte en tan pequeña bolsa de terreno.
La televisión siria, tras cada una de estas derrotas, sostiene que forman parte de "repliegues tácticos" del ejército sirio, y que más adelante retomarán el territorio perdido. No hay quien se lo tragué, especialmente si miramos a Alepo o Daraa, zonas donde la superioridad militar de las tropas sirias respecto de los rebeldes era abrumadora (en Daraa, directamente, sólo tenían armas ligeras y han tomado regimientos de tanques con ellas).
Ayer los rusos dijeron abiertamente que ellos no podían hacer nada para salvar a Assad si su ejército no quería luchar. Pero ¿Por qué los soldados sirios se niegan a pelear por él? Aparte de que los rebeldes están mejor coordinados que hace un lustro, la clave está en la guerra que Assad "ganó" en 2019-2020. Porque prácticamente no hay soldado sirio que no tenga un familiar o amigo que haya muerto por los bombardeos rusos o a manos de las milicias iraníes. O que haya sido encarcelado y torturado por oponerse a Assad. O que haya sido deportado a un campo de refugiados turco.
Hasta 2011, Assad era un dictador corrupto, inútil y represor. Tras la guerra que concluyó en 2020, Assad es el asesino de millones de sirios. Por no escuchar al pueblo y convocar elecciones. Por venderse a Irán y Rusia. Por permitir masacres atroces como la destrucción de Alepo. Por echar de su país a incontables sirios mientras lo abría a milicias extranjeras de toda índole. Y esto se traduce en millones de nombres y apellidos con familiares, amigos y conocidos militares. Militares que están deseando encontrar una excusa para abandonar al carnicero que ha destruido el país. De ahí que, a día de hoy, nadie puede salvar a Assad. De ahí que, predigo, en una semana Damasco estará ocupada por los rebeldes.