Unos franceses han asesinado a varias personas en Niza con la sangre caliente del fanatismo y la mayoría de comentadores de Menéame se han lanzado a escribir con el brutalismo habitual. Han sacado dos conclusiones, o dos principios, ya es difícil distinguir:
1 - El fanatismo islámico ha aparecido porque la izquierda laica sujeta al catolicismo, pero jalea al mundo musulmán.
2 - Esto no habría pasado si antes se hubieran aplicado medidas brutales: hemos sido demasiado buenos.
Creo que es necesario hacer algunas reflexiones y hacerlas precisamente aquí, precisamente para sacar esos argumentos del centro de la discusión, por falsos o por estériles.
Contexto en Europa: las políticas de centro derecha son mayoría
En los últimos 40 años en Europa hay una mayor tendencia a que gobiernen partidos y políticas de centro-derecha. Actualmente, el espectro está así. No ofrece ninguna conclusión, pero sirve como contexto.
Francia tiene un historial de tensiones con sus propios ciudadanos. En 2010, expulsaron a gitanos del país, no todos con antecedentes, ni siquiera con sospechas sobre sí mismos. París -pero no sólo París- viene sufriendo una guetificación paulatina. Algunos barrios de la periferia aglutinan unas tasas de delincuencia y segregación evidentes. Y aquí aparece el caramelo de la multiculturalidad. En 2016 ya se atentó en Niza, con más de 80 muertos.
¿Y quién gobernaba entonces y ahora? ¿La izquierda a la que acusan? ¿Y qué han hecho para abordar la problemática? ¿Cómo de efectivas han sido esas medidas? ¿Cómo han evolucionado las posturas de la ciudadanía?
No son preguntas acusatorias, sino las necesarias para comprobar qué ha funcionado y qué ha sido estéril, porque en esto no podemos tener otro interés que el de oponernos al crecimiento de la violencia.
A primer vistazo, vemos mano dura y un problema cada vez arraigado. ¿Casualidad?
La multiculturalidad en el centro de la disputa
Es evidente que la multiculturalidad está en la sopa, pero por sí sola no parece explicar nada. De lo contrario, Mallorca o el distrito de Queens (NY) serían polvorines, y no lo son.
Aquí lo que dicen algunos estudios.
El germen fanático brota en un caldo de cultivo que reúne ciertos rasgos comunes: pobreza, miseria, exclusión o desposesión; depauperación intelectual; conflictos identitarios como pueblo, grupo, etnia,etc; rabia social, etc
Cito a Teresa Sánchez Sánchez, 2003.
No es el único que apunta a causas económicas y estigmatización de los ciudadanos por el simple hecho de vivir en un barrio. Hay alguno más.
Hay otros indicios que unen desigualdad y violencia. Incluso el Banco Mundial, en absoluto sospechoso de rojez alguna, se ha mostrado tajante: con menos desigualdad se tiene menos crimen.
No sólo es fascismo islámico (y todo debería preocuparnos)
La ultraviolencia está encontrando acomodo en Europa. Dos grupos quieren socavar nuestros pilares de convivencia y democracia que disfrutamos. Porque sí, los disfrutamos. Porque lo contrario sería terror y opresión.
Por una parte, el fanatismo islámico va en aumento. Por otra, la extrema derecha y su sed de sangre (o ya no recordamos a Anders Breivik?).
En este último grupo, es necesario mencionar a Amanecer Dorado y VOX como adalides de la infamia, pero no son los únicos. En Francia los conocen bien, y en otros países.
¿Pero por qué los junto? ¿Qué tienen en común? Es simple: porque comparten sus fines. Ambos sienten desprecio a la democracia, el progreso, la mujer y la igualdad (incluso la igualdad frente a la Ley). Les une su obsesión por acabar con todo ello y recabar con poder, siempre a costa del otro. Les une su falta de compasión por el débil y la simplificación de la realidad como método de manipulación.
¿Entonces, digo que deben abordarse de la misma forma, con las mismas políticas, en conjunto? No, no digo eso. Sinceramente, no tengo esa respuesta. Sí que digo que hay que encajarlos dentro de un mismo fenómeno histórico y social.
El papel de los demócratas: un mínimo de unidad
Lo primero, es que no podemos asignar la pelea sólo a socialistas, comunistas o liberales. Europa venció al fascismo con la intervención de un amplio espectro ideológico de la sociedad. Negarlo y dejar de buscar hoy aliados es estéril.
No voy a dejar mi receta aquí, porque no la tengo. Seguro que hay muchas otras aristas que no veo ahora.
Con la información que tengo disponible, sin embargo, opino que es un tema de contrato social. La lucha contra la desigualdad, la segregación y la pobreza deberían ocupar un lugar central en la mesa porque son ésas las variables que parecen correlacionarse con el auge del crimen y del fanatismo.