Decía Josep Borrell hace unos días, que la mejor forma de ayudar a Ucrania era darle armas, armas y más armas.
Mucho me temo que esta forma de ayudar en realidad esconde unas intenciones que nada tienen que ver con lo que parece. Porque si yo de verdad quisiera ayudar al pueblo ucraniano, haría lo posible para que dejaran de destruir su país, para que se terminara la guerra lo antes posible, de forma que los millones de desplazados pudieran volver a sus hogares y retomar la vida que llevaban.
Como a Borrell y al resto de dirigentes OTAN les importa un comino Ucrania y el bienestar de sus habitantes, les trae sin cuidado que el país quede hecho un solar, porque van a sacar una tajada tremenda con su reconstrucción y van tener a los ucranianos endeudados 25, 50 o 100 años. Así que lo que de verdad les interesa a ellos, y no a Ucrania, son armas, armas y más armas.
Nunca sabremos si esta actitud de nuestros políticos es ingenua o está elaborada con toda la mala leche del mundo (yo me inclino por lo segundo).
La única solución que se me ocurre para ayudar a Ucrania es que el bando OTAN se siente a negociar con Putin y se ponga fin inmediatamente al conflicto, lo que supondría, entre otras cosas, plasmar por escrito la neutralidad de Ucrania en el futuro.
Así que Sr. Borrell y compañía, no pienso ayudar a Ucrania. Al menos como ustedes lo hacen.