Si la vida de un currante medio ya es jodida en España, ahora hay que añadirle que tiene que adaptar su tiempo libre a unos horarios determinados por el Gobierno de manera que gaste energía a las horas que antes dedicaba a dormir. A partir de ahora tendrá que echarse la siesta por la tarde para a las 12 poner la lavadora, planchar, etc... Y a las 3 otra siestecita hasta las 6 y a currar. Otros optarán por irse a sobar pronto y levantarse a las 3 para hacer esas cosas.
Por no hablar de que unos vecinos pondrán la lavadora el lunes, otros el martes, etc... haciendo que el ruido nocturno aumente y sea más jodido dormir prácticamente cualquier día. Y la centrifugación no suele arreglarse ni con tapones.
Eso sin tener en cuenta que muchas ordenanzas municipales prohíben la utilización de electrodomésticos ruidosos como la lavadora por la noche, así que todo esto supone una inevitable subida del precio de la electricidad para muchos.
Por no hablar de los peajes o las subidas de los impuestos ecológicos al carburante con la intención de que no coja el coche privado. Cuando toque hacer un viaje a visitar a familiares que vivan lejos, o cuando toque ir a currar cuando se vive lejos del curro (currante medio), tocará pagar más por hacer lo mismo. Porque, siendo sinceros, actualmente no hay alternativas reales al uso del coche privado, en muchos casos. No es viable el uso del transporte público si este supone multiplicar por 2 el tiempo necesario para llegar al trabajo (entre siestas a media tarde, poner lavadoras de madrugada jodiendo a los vecinos, que los vecinos no te dejen tampoco dormir, y levantarse antes para coger un bus, metro, hacer transbordo y peseíto para llegar a currar...); por no hablar de que si las medidas surten el efecto esperado (que lo dudo) de reducción de automóviles privados, el transporte público colapsaría.
De nuevo el currante tiene que pagar más por hacer lo mismo y/o adaptarse (entorpecer, dificultar) las dinámicas del día a día.
Me parece que esta ley no es más que una excusa para recaudar más dinero del ciudadano, aunque sea jodiéndole un poco más la vida.
Lo van a pagar los ricos, decían.