Literatura femenina en el mejor sentido posible de este descricpción, como cuando se habla de Emily Brontë o de Patricia Highsmith.
Nos encontramos, desde un principio, en un libro que se centra en las distintas sensibilidades d elos personajes, en sus vivencias y en sus recuerdos más que en hechos concretos o una trama lineal. Nos encontramos de hecho, ante un libro que es solamente eso, porque las vicisitudes de la autora, que parecen solaparse con las de la protagonista, son una sucesión de derrotas y guerras perdidas que moldean, a golpes, su carácter.
La autora, unionista Yugoslava ferviente, entiende ciomo una catástrofe el desmembramiento de su país y las subsiguientes guerras, que ella siempre entendió como guerras civiles. Exiliada a Alemania, contempla desde allí la destrucción de su patria y el constante flujo de refugiados de todos los bandos, unos refugiados que, en el extranjero, se ayudan a menudo entre sí después de haberse matado concuienzudamente en casa. Porque en Alemania ya no hay serbios, ni croatas, ni bosnios, sólo hay refugiados que están solos y lo pasan mal.
¿No podíais haber empezado por trataros así unos a otros en vuestra propia patria, pandilla de idiotas? Se pregunta en algún momento la autora, de manera implíciita o explícita.
Capítulos cortos, prosa magnífica, pensamiento profundo, terriblemente irónico y amargo a veces, pero casi siempre certero.
El título sale de una historia inolvidable que no destriparé aquí. Y como dice la autora ya en la primera página, si el libro se basa o no en hechos reales, es asunto de la policía, no del lector.
Lo recomiendo muy sinceramente, pero no vale para cualquier momento ni para cualquier estado de ánimo.