Recuerdo la primera vez que me hablaron de blockchain y las posibles implicaciones de la tecnología en la vida cotidiana, fue hace casi un par de años y el asombro y la urgencia por aprender sobre el tema y subirme a la ola siguen intactos.
Y aquí tengo que hacer una distinción: blockchain y criptoactivos no son la misma cosa (inserte aquí un erudito comentario sobre la diferencia entre correlación y causalidad). Es cierto que las criptomonedas se basan en los libros de contabilidad distribuida, es cierto que el mercado de criptoactivos está manejando cantidades ingentes de dinero, es cierto que (gracias al dinero, que todo hay que decirlo) cada vez más gente se toma el trabajo de estudiar y aprender que es eso tan raro de “una comunidad P2P” o “moneda descentralizada” o cual es la definición de Moneda; pero blockchain es mucho (MUCHO) más que eso.
Y es aquí donde los especuladores, la gente que tiene aspiración de fabricar dinero de la nada y los ingenuos cuya fe inculta los hace anotarse en todas las listas hacen mucho daño. Impiden que gente que, en un panorama menos enturbiado por intereses egoístas, se acerquen al menos a preguntar y descubran el inmenso potencial disruptivo de ésta tecnología.
Imaginen un mundo donde se puedan hacer intercambios (no solo negocios) con absoluta confianza. Donde los títulos universitarios (por ejemplo) sean garantía de que la persona que lo ostenta sabe determinado tema, donde las aseguradoras se vean obligadas a cumplir sus pólizas, donde los inventarios sean confiables hasta el punto en que la IA pueda encargarse de las reposiciones, sin necesidad de incluir el factor humano (con el inevitable error que conlleva) Un mundo donde el compromiso que adquieren las personas se cumpla, no importa que.
Registros bancarios inalterables que ponen cuesta arriba el lavado de dinero, la legitimación de capitales o incluso el robo por hackeo de claves; Datos personales almacenados en dispositivos bajo nuestro absoluto control (como los dispositivos médicos personales) que sirvan para el estudio social y médico, que den datos precisos y que garanticen el anonimato del “donante”. Podríamos rastrear el origen, no solo de las armas, sino hasta de las balas que sostienen terroristas, trata de personas y delincuencia.
Es un mundo tan difícil de pensar, que incluso los más entusiastas de la tecnología tienen reservas a la hora de lanzarse. ¿Que pasa si hace falta modificar las condiciones de un contrato, por ejemplo? Somos humanos, la naturaleza de nuestro ser es ser cambiantes. ¿Cómo controlamos que todos los códigos de los contratos inteligentes, o de un token, o de (inserte aquí sus temores) sean limpios y justos, sin “terceras partes” que nos lo garanticen?
Es una tecnología nueva que toca las mismas bases del constructo que tenemos hoy día como sociedad global y le mueve la silla a grandes poderosos: Bancos, Aseguradoras y gobiernos. Todas las tecnologías nuevas enfrentan resistencia en la adopción, las tecnologías disruptivas especialmente. Y ésta es lo uno y lo otro. Solo se me ocurre el advenimiento del internet como parangón en la historia.
Soy una enamorada de la blockchain, y me asustan las implicaciones que puede tener. Su mayor fortaleza es lo que me asusta mas. Podemos estar seguros de que los registros y los acuerdos son inalterables, porque dejamos el factor humano, con su malicia, fuera. Pero también dejamos fuera las bondades.
Por ejemplo, imaginemos un contrato de hipoteca. Imaginemos que nos comprometemos con el banco a pagar x cantidad en x tiempo por medio de un contrato inteligente. Eso implica que puedes recibir un préstamo prácticamente sin ninguna garantía mas que tu palabra; ahora imagina que algo pasa, que da al traste con tus buenas intenciones de pagar hasta el último centavo. El contrato se ejecutará de todos modos, sin importarle que tragedia personal puedes estar pasando que originó tu insolvencia.
Sé que es algo ingenuo mi ejemplo, y sé que los bancos tampoco son muy dados a ceder ante las tragedias humanas, pero no es lo mismo hablar con una persona mientras renegociar una hipoteca, que encontrarte con que tu interlocutor es una serie de códigos implacable.
Tantas cosas que podríamos estar conversando respecto a la tecnología de contabilidad distribuida y su potencial. En vez de eso perdemos el tiempo y espantamos a los posibles entusiastas reduciendo todo a uno de sus usos más prosaicos: ser la base de las criptomonedas. A lo mejor, con ésta caída de los precios en el mercado, podremos deslastrarnos de lo accesorio y concentrarnos en lo principal.