Llega un momento en el que uno madura, y descubre que votar sólo sirve para perpetuar un burdo sistema representativo en el que los políticos apenas comparten nuestras ideas, a la vez que defienden otras muchas odiosas y en el que, una vez obtenido el poder que les otorgamos, se dedican a enriquecerse perjudicándonos y traicionando el poco ideario que compartíamos con ellos porque se doblegan ante los intereses de los que son aun más poderosos, pero que no ha votado nadie. Lo bueno es que veintisiete millones de españoles están capacitados para darse cuenta de que eso puede cambiar si no colaboran con el sistema. Sólo quedarían los diez millones de abueletes restantes que siempre votan a piñón fijo y que podrían mantenerlo por toda la eternidad...
Pero también ellos descubrirán que tenemos razón, tirarán su voto a la basura y volverán a reflexionar a sus casas donde comenzarán un huerto ecológico y leerán a Kropotkin, a Goldman y a Stravinski. Y cuando dejemos de colaborar con el régimen los chicos de las corporaciones cederán su poder graciosamente y nos libraremos de esa raza de alienígenas llamada "políticos" organizándonos de forma espontánea en un nuevo orden en armonía con nuestros instintos, regido por las puras dinámicas biológicas y sociales de la especie, y por un hada. Todas en sororidad fraterna, siguiendo nuestra naturaleza, llegaremos a consensos como hacemos en cualquier comunidad de vecinos sin necesidad de urnas, ni secretismos, ni representantes abusones.