Quizás aún no la hayas visto y hayas oído hablar de Casablanca. Cuando yo era (más) joven ya era un vieja peli en blanco y negro. Oías alguna frase suelta que ha quedado en la cultura pop y de lejos daba la impresión de ser tan sólo una vieja peli cursi. Y si aún no la has visto y no quieres perderte la sorpresa mejor que dejes de leer aquí, aunque sin sorpresa es quizás igual de buena, dudo que nadie la haya visto sólo una vez. Pero si no la has visto y prefieres asistir prístino y virginal a su visionado no pases de la línea, o vete a verla y vuelve. De hecho mejor que la veas antes si quieres enterarte de algo.
Porque te voy a contar de qué va en realidad Casablanca y algunas de las cosas que la hacen magnífica, así que la voy a destripar de cabo a rabo.
Casablanca es lo más parecido al humor de los Simpson que vas a encontrar sólo que medio siglo antes.
Más refinado, claro, pero no menos punzante. Casablanca es de las películas más afiladas que recuerdo, quién sabe si tal vez por accidente, al parecer incluso el guión se terminó de forma improvisada sobre la marcha.
Lo primero que uno conoce de Casablanca suele ser una de estas dos frases: "Siempre nos quedará París" o "tócala otra vez, Sam". La segunda como buena cita no se pronuncia literal en la película.
Y sí, al final buena parte de la peli no deja de ser un cursi "triángulo amoroso", pero no tan al uso. Y ahí está parte del encanto que la hace prácticamente única. En un triángulo amoroso normal uno suele esperar ver a dos hombres disputándose el interés de una mujer, algo que automáticamente crea una enemistad entre ellos en cuanto adversarios.
Pero aquí viene lo interesante, el protagonista, Rick, que es desde el punto de vista que se nos presenta la historia, no sólo respeta sino que incluso admira a Laszlo. Si a ello sumamos que la separación de los amantes que se las prometían tan felices es, a la postre, una suerte de malentendido inocente del que a nadie se puede culpar, eso equilibria la balanza de una forma curiosa, porque al final el dolor sigue ahí, y sin nadie a quien culpar, nadie a quien odiar. Y por eso Rick es un puto borracho.
La película está tan cuajada, tan trufada de frases maestras que tal vez las que han pasado a la posteridad no sean siquiera las mejores, al menos en mi opinión.
Otro punto que descoloca en Casablanca es su amplísimo registro, desde humor casi surrealista (¡Qué vergüenza, he descubierto que en este antro se juega!) al melodrama más tradicional "Toca la canción, Sam, toca el tiempo pasará".
Por si fuera poco tiene una canción a la altura de la de Desayuno con diamantes o En busca del mago de Oz.
Tan icónica es la película que no hay otra manera posible de recordar a su protagonista que con ese sombrero y esa gabardina en ese aeropuerto, una película de cuando no sólo fumaban los malos.
Sin embargo la mejor frase de la película no es de él, y tiene muy buenas. Ella, desbordada por las emociones, en un cierto papel de jovencita confusa que tal vez no sea muy del agrado para paladares modernos, aunque aquí el género, como siempre es y ha sido, o debería ser, es lo de menos, le dice algo como: Oh, Rick, ahora tendrás que pensar por todos nosotros.
Y es en ese punto cuando el puto borracho de Rick se traga su resentimiento, renuncia a la chica y se eleva a tomar una decisión en el mejor beneficio de los tres en lugar de lo que pudiera convenirles sólo a dos de ellos o a él. Ése tipo descreído que nunca se juega el cuello por nadie. Salvo por los que quiere y por los que respeta. Eso me parece que pasa, sí... O no sé, va tan rápido... creo que tendré que volver a verla otra vez, aunque siempre acabe igual de mal para el pobre Ugarte.
Y es que al final, la sensación que te deja es que no queda otra que darle la razón que tiene en su conclusión: "puede que éste sea el principio de una gran amistad".
Disculpen si las citas no son precisas, hace ya un tiempo que no veo Casablanca.