Último punto del ensayo Fracasar Mejor escrito por Zadie Smith para The Guardian el 13 de enero de 2007. Traducción de José Luis Justes Amador.
Una novela es una calle de dos direcciones en la que la labor que se requiere a ambos lados es, al final, igual. Leer, cuando se hace con propiedad, es tan difícil como escribir. Realmente creo que así es. Aquellos que ponen la lectura junto a la experiencia pasiva de ver la televisión, lo único que hacen es sobajar la lectura y a los lectores. La analogía más acertada es la del músico amateur que coloca la partitura en el atril y se prepara para tocar. Debe usar sus propias habilidades, ganadas con trabajo, para tocar esa pieza. A mayor habilidad, mayor el regalo que otorga al compositor que el compositor le otorga.
Esta es una concepción de la “lectura” de la que oímos poco. Y, sin embargo, cuando se practica la lectura, cuando se pasa tiempo con un libro, la vieja moral del esfuerzo y la recompensa es innegable. Leer es una habilidad y un arte y los lectores deben estar orgullosos de sus habilidades y no avergonzarse de cultivarla sin más razón que el hecho de que los escritores los necesitan. Para cumplir su misión, el escritor toma a un lector ideal, al tipo de lector que es lo suficientemente abierto como para permitir en su mente un retrato de una conciencia tan radicalmente diferente de la suya propia que resultaría casi ofensiva a la razón. Los lectores ideales caminan hasta el plato del estilo del escritor para que juntos, lector y escritor, saquen la pelota del campo.
Lo que digo es que un lector tiene que tener talento. De hecho, bastante talento porque incluso el lector más talentoso descubrirá que bastante de la tierra de la literatura es un terreno tramposo. Porque ¿cuántos de nosotros sentimos el mundo como lo sintió Kafka, un mundo en el que es imposible siquiera ir de un pueblo al otro? ¿Cuántos podemos imaginar un mundo sin nombres como lo hizo Borges? ¿Cuántos quieren ser tan generosos en las emociones como Dickens o tomarse tan en serio la fe como hizo Graham Greene? ¿Quién de nosotros tiene la capacidad para la alegría de Zora Neale Hurston o el estomago fuerte de Douglas Coupland? ¿Quién tiene la delicadeza de llegar al fondo de la sutil gradación de Flaubert o la paciencia y la voluntad de seguir a David Foster Wallace por sus intrincadas y reiterativas espirales del pensamiento? Las mismas habilidades que se usan para escribir se usan para leer. Los lectores les fallan a los escritores tanto como los escritores a los lectores. Los lectores fallan cuando se permiten creer en el viejo mantra de la ficción es algo en lo que uno se identifica y que los escritores son los tipos amenos a los que se busca cuando se quiere confirmar la propia visión del mundo. Esa es una de las muchas cosas que la ficción puede lograr, pero el truco está en una magia mucho más profunda. Ser mejores lectores y mejores escritores es lo que cada uno ha de demandar en el otro cada día con un poco más de fuerza.
Último punto del ensayo Fracasar Mejor escrito por Zadie Smith para The Guardian el 13 de enero de 2007. Traducción de José Luis Justes Amador.