El inicio de esta historia verídica arranca como en las mejores películas. Estamos a finales de 1940, en una sala donde se han reunido altos cargos de Estados Unidos y Dinamarca tras la petición de los primeros. De fondo, una oferta insólita: los estadounidenses quieren comprar un pedazo de Groenlandia por 100 millones de dólares. Aquel fue el inicio de una negociación con un final de lo más peliculero, uno que ahora se ha dejado ver a través de los radares de la NASA.
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Los yankees no, que me han dicho en Hollywood que son los buenos.