Generalmente, todo comienza con una luz cegadora. Abandonan sus cuerpos, se elevan y observan su cadáver yaciente en una cama de hospital o en la camilla de una ambulancia. A continuación, atraviesan un túnel largo y brillante a velocidad vertiginosa, y al otro lado les espera un lugar fascinante. Embargados por la beatitud, afirman encontrarse con una persona que irradia luz: Dios, Jesús, el Padre, el Guía... depende. "Todavía no ha llegado tu hora. Tienes una misión que cumplir en la Tierra", les dice el ente luminoso.