Quiero tener mi tumba
lejos de los campos santos
donde blusas blancas no haya
ni panteones dorados.
Quiero que a mí me entierren
lejos de esos lugares falsos
donde la gente al año viene
a depositar sus llantos.
Quiero que a mí me entierren
arriba en el monte alto
junto aquel pino blanco
que solo está en el barranco.
Mi tumba quiero que este
entre dos piedras de canto
compañeros míos han de ser
pintadas culebras, verdes lagartos.
No quiero que a mi entierro vengan
curas laicos ni romanos,
y las flores han de ser
un manojo de punzantes cardos.
Tampoco quiero que vengan
a decir discursos y salmos
con banderas i oropeles
vicio del mundo civilizado.
Para discursos los graznidos
de los cuervos y los grajos,
el aullido del zorro viejo
cuando ciego es abandonado.
Ni luz de cirios que dan
unas claridades de espanto
a mí me alumbraran
las centellas y los rayos.
Quiero que mi tumba sea
cubierta de espinos altos
de zarzas grandes y espesas
abrojos y salvajes cardos.
Que brote a sus alrededores
hierba para los ganados
y que descanse a mi sombra
el perro negro cansado.
Quiero que mi cuerpo repose
lejos del bullicio humano
junto al pino grande que hay
en el barranco solitario.
Ramón Vila Capdevila "Caracremada"
(Escrito mientras se recuperaba en una masía después de haber estado herido por la guardia civil, en su época de maquis)