La belleza de la palabra
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La canción de Aengus el vagabundo, W. B. Yeats

La canción de Aengus el vagabundo, W. B. Yeats

Eché a andar por el bosque de avellanos

porque sentía un fuego en la cabeza,

y corté y descortecé una rama

y le até una baya con un hilo;

y cuando echaron a volar mariposas blancas

y se alejaron como estrellas titilantes,

la dejé caer en un arroyo

y pesqué una pequeña trucha plateada.

Tras haberla dejado en el suelo

fui a avivar con mi aliento la llama,

pero algo crujió en el suelo

mientras alguien pronunciaba mi nombre.

Se había convertido en una joven resplandeciente,

y con flores de manzano en el cabello,

que me llamó por mi nombre y echó a correr

perdiéndose en el aire destellante.

Aunque envejezca en mis vagabundeos

por hondonadas y colinas,

alguna vez volveré a encontrarla,

y tomándola de las manos, la besaré en los labios,

y caminaremos entre largas hierbas multicolores,

y cosecharé hasta el final del tiempo

las plateadas manzanas de la Luna

y las manzanas doradas del Sol.

Angelo Branduardi - La canzone di Aengus, il vagabondo

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Aproximación a los haikus

La noche ha caido

Suena la lluvia

Brilla la chimenea

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Cárcel de sombras

Fue una noche de lunes

de oscuridad sin luna,

y ni un sólo reproche

de tu boca oportuna.

El azahar olía a odio,

el magnolio a tristeza,

las azaleas penaban solas.

Las rejas de tu ventana

cárcel de sombras en la calle.

Pasé de largo,

tan de largo

que olvidé quién vivía allí.

Fue un lunes de noche,

de oscuridad sin luna

y sombras de olvido.

(ContinuumST. Mayo 2012.)

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Defensa de la alegría

Defender la alegría como una trinchera

defenderla del escándalo y la rutina

de la miseria y los miserables

de las ausencias transitorias

y las definitivas

defender la alegría como un principio

defenderla del pasmo y las pesadillas

de los neutrales y de los neutrones

de las dulces infamias

y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera

defenderla del rayo y la melancolía

de los ingenuos y de los canallas

de la retórica y los paros cardíacos

de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino

defenderla del fuego y de los bomberos

de los suicidas y los homicidas

de las vacaciones y del agobio

de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza

defenderla del óxido y de la roña

de la famosa pátina del tiempo

del relente y del oportunismo

de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho

defenderla de dios y del invierno

de las mayúsculas y de la muerte

de los apellidos y las lástimas

del azar

y también de la alegría.

Mario Benedetti

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Poema: Soledad (de Diario de un poeta recién casado)

En ti estás todo, mar, y sin embargo,

¡qué sin ti estás, qué solo,

qué lejos, siempre, de ti mismo!

Abierto en mil heridas, cada instante,

cual mi frente,

tus olas van, como mis pensamientos,

y vienen, van y vienen,

besándose, apartándose,

con un eterno conocerse,

mar, y desconocerse.

Eres tú, y no lo sabes,

tu corazón te late y no lo sientes...

¡Qué plenitud de soledad, mar solo!

Juan Ramón Jiménez

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15 haikus de Jack Kerouac

15 haikus de Jack Kerouac

Jack Kerouac fue un novelista y poeta nacido en Lowell, Massachusetts, en 1922. Se unió a la Marina Mercante de Estados Unidos en 1942, donde escribió su primera novela, El mar es mi hermano, que no fue publicada hasta 2011, ya que él mismo la describió como un fracaso. Está considerado como uno de los principales representantes de la Generación Beat junto con autores y autoras como Allen Ginsberg, William S. Burroughs, Gregory Corso, Philip Lamantia o Denise Levertov. A pesar de ser enemigo declarado de las etiquetas, el término Beat Generation fue inventado por el propio Kerouac durante una conversación con Herbert Huncke, haciendo referencia a alguien con poco dinero y pocas perspectivas.
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Perdido (2010)

Un corazón perdido

en un camino nuevo

donde nadie sabe dónde ir

porque camino es sendero.

Un sendero que puede llevar

a ninguna parte.

A ninguna parte.

Miedo.

Corazón.

Qué miedo nos trae vivir

cuando la vida es tan corta.

Mira esos aviones,

escucha ese sonido,

esconde tu cuerpo,

tu corazón.

Guerra.

Qué miedo.

Amar no significa nada

cuando tu vida se rompe

en pedazos. Guerra.

Y ya no hay nada que sentir.

Mi corazón late un poco,

todavía.

Ahora menos.

Y ahora nada.

Guerra.

Muerte.

Un corazón perdido.

(ContinuumST. 2010.)

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"Canto, río, con tus aguas"

Yo nunca seré de piedra.

Gritaré cuando haga falta.

Reiré cuando haga falta.

Cantaré cuando haga falta.



Rafael Alberti.

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Táctica y estrategia

Mi táctica es

mirarte

aprender como sos

quererte como sos

mi táctica es

hablarte

y escucharte

construir con palabras

un puente indestructible

mi táctica es

quedarme en tu recuerdo

no sé cómo ni sé

con qué pretexto

pero quedarme en vos

mi táctica es

ser franco

y saber que sos franca

y que no nos vendamos

simulacros

para que entre los dos

no haya telón

ni abismos

mi estrategia es

en cambio

más profunda y más

simple

mi estrategia es

que un día cualquiera

no sé cómo ni sé

con qué pretexto

por fin me necesites.

Mario Benedetti

Táctica y Estrategía en la voz de Mario Benedetti - YouTube

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Pájaro azul

Pájaro azul

...

Hay un pájaro azul en mi corazón

que quiere salir

pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir

a veces por la noche

cuando todo el mundo duerme.

le digo ya sé que estás ahí,

no te pongas

triste.

luego lo vuelvo a introducir,

y él canta un poquito

ahí dentro, no le he dejado

morir del todo

y dormimos juntos

así

con nuestro

pacto secreto

y es tan tierno como

para hacer llorar

a un hombre, pero yo no

lloro,

¿lloras tú?

Charles Bukowski

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Poema - En el tren

Hace unos minutos

que ha recibido la llamada,

y desde entonces no ha soltado el pañuelo.

Qué tristes

son las lágrimas de un viejo,

te desarman,

te dejan sin opción.

Solo puedes imaginarte lo peor.

Karmelo C. Iribarren

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Poema - Al caer el sol

Nunca lo he visto antes,

pero conozco a ese hombre.

Si me acercase,

distinguiría en sus ojos

ese brillo gastado,

como sin vida,

que tanto me recuerda, por cierto,

a los oficinistas de mi infancia.

Pronto se llevará la cerveza a los labios,

le dará un sorbo,

y volverá a dejarla

suavemente sobre la barra.

Sin prisa. No la hay. No le hace falta.

Nada nuevo va a ocurrir

y lo sabe.

Se encuentra más allá de la esperanza,

en su perpetuo atardecer.

Conozco a ese hombre, sí,

y me da miedo.

A veces, de madrugada,

poco antes de acostarme,

me mira desde el espejo.

Karmelo C. Iribarren

Poema recitado por el autor

 

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Poema - Cosas de la edad

Cosas de la edad, supongo:

te da por mirar atrás,

hacia tu vida,

y ves que no ha sido,

en el fondo,

más que un puñetero fraude.

 Y después

—para joderlo del todo–,

no se te ocurre otra cosa

que mirar hacia adelante.

Karmelo C. Iribarren

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Síndrome (Mario Benedetti)

Síndrome (Mario Benedetti)

Todavía tengo casi todos mis dientes

casi todos mis cabellos y poquísimas canas

puedo hacer y deshacer el amor

trepar una escalera de dos en dos

y correr cuarenta metros detrás del ómnibus

o sea que no debería sentirme viejo

pero el grave problema es que antes

no me fijaba en estos detalles.

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Poema - Vencido

Poema - Vencido

Vencido, una vez más.

Por el amor,

el odio, o por la vida

que no hace concesiones ni da treguas.

Aquí,

en la esquina de un siglo

tan inútil como lo fueron todos.

Y también tan sanguinario.

Fumando un cigarrillo.

Indiferente.

Viendo como la gente se destroza,

y sin sentir nada especial.

Karmelo C. Iribarren

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Lo peor, lo más triste

No sé si soy feliz,

si verdaderamente

lo he sido alguna vez;

aunque creo que no.

Y a ti te ocurre otro tanto,

me consta.

Pero no es esto lo peor.

Lo peor del caso,

lo más triste,

es que ya

ni siquiera nos importa.

Karmelo C. Iribarren

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Adioses...

Hay muchas formas de despedirse,

dando la mano,

dando la espalda,

nombrando fechas,

con voz de olvido,

pensando en nunca,

moviendo un ramo ya deshojado.

Por suerte a veces queda un abrazo,

dos utopías,

medio consuelo,

una confianza que sobrevive y entonces triste,

el adiós dice que ojalá vuelvas…

Este adiós que te guardo

está madurando con los días

Exprimo nuestra vivencia

y no la dejo quedarse

en el pasado

No puedo avanzar contigo

porque te deseo a cada instante

y desear lo que no se puede tener

es como escribir

sin que nadie te lea

Eso seguro que lo entiendes

Te quiero pero no deseo luchar

contra el destino

Disfrutaré de vez en cuando

de tu recuerdo

que seguirá alterándome.

Mario Benedetti

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Poema - Intuición del frío

No es el de la niñez,

aquellas mañanas de diciembre,

a lo largo del río,

hacia el colegio,

ni se trata tampoco de aquel otro

que te sorprendería,

años después,

más de una madrugada

dando tumbos.

No,

este es distinto,

este da miedo:

viene del futuro.

Karmelo C. Iribarren

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Poema - Al límite

Tienes veinte años,

tienes a la vida

por el cuello,

a tu merced;

pero no es suficiente,

quieres más.

Conozco esa sensación.

Y te deseo mucha suerte,

la vas a necesitar.

Karmelo C. Iribarren

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En este asunto del amor...

En este asunto del amor...

En este asunto del amor, que a veces,

uno quisiera

que no acabara nunca de empezar,

parece que alguien dice:

“¿Dios es eternamente joven?”

Es tanta la alegría, que uno ignora

catástrofes y duelos.

Usted dice que sí a toda

la enorme y tan humana tontería.

Sólo hay un pensamiento,

sólo una idea sola

que es multitud, y uno quisiera

leerlo todo con los ojos cerrados

y no tener noticias de uno mismo,

ni recuerdos de nada ni de nadie;

un ágape de luces

a través de las horas inmortales.

Yo había puesto

encima de mi pecho,

un pequeño letrero que decía:

“Cerrado por demolición”.

Y aquí me tiene usted pintando las paredes,

abriendo las ventanas,

adornando la mesa con la flor amarilla

con que paga el otoño sus encantos.

Nadie te dijo, amor, que yo existía.

El amor es silvestre,

uno lo encuentra en todas partes;

en los días sin cielo,

en las tierras sin flores,

lo mismo en la mañana que en la tarde.

Autor: Carlos Pellicer

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Rostropovich

Rostropovich

Decía Rostropovich

que uno antes de tocar las Suites de Bach

debía pedir perdón.

Lo que hago es parecido cada vez

que deseo tocarte y tú me dejas:

pido perdón por todos los poemas

que escribí describiendo este momento.

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Otoño - Miguel Floriano

Si te pienso, otro tiempo

dormido se ilumina

en los rincones de noviembre.

«Mirad, pasan los días

igual que perros tristes»,

nos dijo aquella noche

de la que no regresaría

nunca más. Tantas veces

la vimos sonreír, vestirse

con la prisa de su deseo,

abrirnos el regalo de su inteligencia

o hablarle al mar, el disfrazado,

el siempre disfrazado.

Solía irse muy lejos

al despuntar el mes

en que la savia se envanece

pulsando las raíces,

delicado furor,

delgada voz del crecimiento.

Cerca, junto al camino,

por encima de un cúmulo

de ramas y hojas secas

han pasado unos niños

que persiguen a su madre

en un juego perenne.

Debajo está mi corazón.

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Poema - Madrid, metro, noche

Gente exhausta,

con la vista clavada

en el suelo, 

preguntándose por la vida,

la de verdad...

porque no puede ser

que sea solo eso...

Karmelo C. Iribarren

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Tiempo sin tiempo - Mario Benedetti

Preciso tiempo, necesito ese tiempo

que otros dejan abandonado

porque les sobra

o ya no saben qué hacer con él.

Tiempo,

en blanco, en rojo,

en verde.

Hasta en castaño oscuro,

No me importa el color,

Cándido tiempo,

que yo no puedo abrir y cerrar

como una puerta.

Tiempo para mirar un árbol, un farol.

Para andar por el filo del descanso.

Para pensar qué bien, hoy no es invierno.

Para morir un poco y nacer enseguida.

Y para darme cuenta.

Y para darme cuerda.

Preciso tiempo, el necesario

para chapotear unas horas en la vida,

y para investigar por qué estoy triste

y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo.

Tiempo para esconderme

en el canto de un gallo,

y para reaparecer en un relincho,

y para estar al día,

para estar a la noche.

Tiempo sin recato y sin reloj.

Vale decir preciso,

o sea necesito

digamos, me hace falta

tiempo sin tiempo.

Mario Benedetti

Poema recitado

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Poema - Esta vez, sí

Poema - Esta vez, sí

Ni el más leve atisbo

de emoción en sus ojos

esta tarde, al cruzarnos.

Me ha mirado

cómo te mira una pared vacía

donde no queda

nada, ni la sombra

de la huella de un cuadro.

Se ha perdido entre la gente…

Esta vez sí, para siempre.

Karmelo C. Iribarren



 

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