La felicidad y la exhumación de Franco

El dinero no da la felicidad, pero produce una sensación tan parecida que sólo un auténtico especialista podría reconocer la diferencia.

Woody Allen

La cita anterior me vino a la cabeza esta mañana cuando volvía a casa en el coche escuchando la Cadena Ser que estaba dedicada a narrar la exhumación de Franco. En un momento, conectaron con un periodista que estaba situado junto a los franquistas que esperaban en Mingorrubio la llegada de la familia del dictador entonando cánticos fascistas y dedicándole insultos a Pedro sánchez y su gobierno . El primer comentario del periodista fue (más o menos literalmente): en estos momentos se está escuchando el himno constitucional español, es lo primero  constitucional que se haescucha aquí esta mañana.  ¡Casi me da un soponcio! Me habría encantado llamar al periodista y explicarle que no era el himno constitucional, sino el franquista. Lo que pasa es que son tan iguales, tan iguales, que es imposible distinguirlos para cualquier especialista en himnos. De hecho, es que son iguales.

No se quedó ahí la cosa; al llegar a casa, las imágenes de televisión que ofrecían de este reducido grupo de nostálgicos me revelaron que la mayoría de ellos enarbolaba banderas rojigualdas con el escudo constitucional, no con el franquista que era de esperar. Tampoco me sorprendió mucho, pues a mí me cuesta distinguirlas ( ¡y más aún cuando no hay ningún escudo!).

Conviene tener esto en cuenta cuando nos dicen que, con la exhumación de hoy, se rompe el último eslabón que unía  nuestra democracia con el régimen dictatorial anterior. Pero no nos dicen por qué hemos tardado 44 años en hacer algo que se puede hacer en una sola mañana.

Lo cierto es que la transición, llamada modélica, fue un proceso vigilado por las fuerzas del franquismo que no fueron desalojadas del poder en ningún momento. Las negociaciones entre los representantes del franquismo y los supuestamente representantes de la oposición democrática tenían poco margen de maniobra desde el principio.

En realidad, la transformación en una democracia parlamentaria homologable en Europa no estuvo nunca en cuestión. Tan ansiosos estaban por llegar a ella unos, que habían medrado en la dictadura, como los otros, que habían luchado contra ella (unos más que otros). Lo contrario habría supuesto una parálisis económica del país y la pérdida de suculentos negocios inalcanzables para un régimen dictatorial.  Y los que habían prosperado durante la dictadura pretendían seguir en primera línea cuando llegaran las nuevas y suculentas oportunidades que se atisbaban. Incluso en el ejército, absolutamente franquista, una gran parte de sus jefes suspiraban por entrar en la OTAN, condición sine qua non para modernizar el obsoleto material bélico del que disponían y codearse con los mandos de los ejércitos realmente poderosos del mundo occidental.

Los únicos asuntos que se podrían haber discutido son los relativos a recuperar el espíritu de la tercera república, el régimen legítimo y democrático arrasado por Franco mediante una cruel guerra civil. Y ahí la victoria del aparato franquista que negoció la transición en el poder fue total. Hay que entender que había un riesgo real de que el sector más rancio del ejército se sublevara y diera al traste con todo. Elgolpe del 23F de 1981 fue buena prueba de ello.

Es así como los dos pilares del franquismo: la monarquía instaurada por Franco y los privilegios de la iglesia católica, fueron grabados en la constitución de manera inequívoca. La posibilidad de un referendo para decidir entre monarquía y república fue descartada, máxime teniendo en cuenta que los sondeos presagiaban una derrota de la opción monárquica. Y los privilegios del concordato franquista se renovaron casi por completo en los acuerdos preconstitucionales con el estado vaticano, un cambio de nombre gatopardista para dejarlo todo igual que antes.

Y no solo eso. Como dijimos al principio, los símbolos del estado franquista ( himno y bandera) no estuvieron nunca en discusión, las sentencia de tribunales de la dictadura nunca han sido anuladas, los torturadores de la policía nunca fueron juzgados por sus crímenes contra la humanidad, los nombres de  calles dedicadas a honrar criminales fascistas han permanecido inalteradas hasta hace poco ( y muchas permanecen aún), más de 100.000 víctimas de franquismo siguen entradas en cunetas, etc…

Sin duda hay que alegrarse de la exhumación del dictador al cabo de ¡44! Años de su entierro en el mausoleo de Cuelgamuros, pero incluso este día histórico queda empañado por la soberbia de la familia de Franco que han echado un pulso al estado hasta el último momento. Hasta pudieron convertir en un acto solemne  el traslado del féretro, recubierto con una autoconcedida Laureada de San Fernando por ¡el triunfo de sus tropas en la guerra civil!

Y ahora sigue allí enterado José Antonio Primo de Rivera, máximo representante del fascismo español; y los cadáveres de combatientes republicanos, llevados allí contra la voluntad de las familias; y la congregación de frailes benedictinos fascistas. Y la cruz, erigida del tamaño adecuado para ser visible desde lejos e infundir pavor entre quienes la contemplaran.

Esta tarde volvía a escuchar la Ser en la radio. Ángels Barceló le preguntaba a Miguel Ángel Aguilar la razón de que se hubiera tardado tanto tiempo en desenterrar a Franco. La respuesta de este conocido defensor acérrimo de la transición española, la constitución del 78 y de la monarquía instaurada por Franco, fue que se ha hecho lo mejor que se ha podido. Pues se ha podido mal y tarde, y aún queda mucho por hacer.

Salud