La conquista de la Celtiberia por Roma tuvo lugar a lo largo del siglo II a.C., a partir del año 200. Los avances romanos se iniciaron bordeando las elevaciones de los sistemas Ibérico y Central, hasta alcanzar Calagurris (188-187) aguas arriba del Ebro, y disponer su base en los extremos de Corbion y Segeda. En un segundo momento, la victoria romana sobre los celtíberos en la batalla de Mons Chaunus (Moncayo) y la toma de Complega, en el 179, llevó al tratado de Graco, que consiguió una paz duradera, conciliando algunas peticiones celtibéricas.