El rey Alfonso XIII visitó la ciudad de Cádiz el 27 de octubre de 1930. Asistía a la jura de bandera de su hijo Don Juan. Pero había algo que le despertaba mayor interés: quería ver el submarino más avanzado del mundo, bautizado como E-1. La letra E era porque el constructor se apellidaba Echevarrieta. Horacio Echevarrieta. El constructor vasco y el rey se chocaron las manos a bordo de la nave, la cual se había convertido un ambicioso proyecto militar de la corona.